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radicionalmente, las historias de éxito empresarial han enfatizado la importancia de la perseverancia, la resiliencia y una determinación inquebrantable frente a las adversidades. Sin embargo, la metodología LEAN startup desafía esta narrativa, sugiriendo que el esfuerzo por sí solo no garantiza el triunfo en el mundo de los negocios.

Esta innovadora aproximación propone que el verdadero camino hacia el éxito reside en un proceso de aprendizaje continuo. Dicho enfoque permite a los emprendedores minimizar riesgos y alinear su propuesta de valor con las auténticas necesidades y deseos de los clientes.

La metodología LEAN anima a los emprendedores a desarrollar un producto mínimo viable (MVP), diseñado para poner a prueba rápidamente las hipótesis de mercado. Esta estrategia facilita la adaptación ágil del producto o servicio en respuesta a las demandas del consumidor. El proceso, denominado "aprendizaje validado", consiste en recopilar evidencias que confirmen o refuten las suposiciones iniciales sobre la oferta presentada al mercado.

Un concepto fundamental en este método es el "pivot", que implica un cambio significativo en la estrategia empresarial basado en los resultados obtenidos. Este enfoque transforma el proceso de emprendimiento en una toma de decisiones guiada por datos e información concreta, con el objetivo de generar un crecimiento sostenible.

El fin último de la metodología LEAN es crear un producto o servicio completamente orientado al cliente, por el cual esté dispuesto a pagar. De esta manera, se establece un equilibrio entre la pasión emprendedora y la adaptabilidad estratégica, sentando las bases para un éxito empresarial duradero y significativo.

En la búsqueda constante de comprender y satisfacer las necesidades del cliente, el Design Thinking ha emergido como una metodología destacada y complementaria al enfoque LEAN. Esta aproximación innovadora propone un espacio de reflexión donde la percepción del cliente se antepone a las ideas preconcebidas de los fundadores, desafiando así las suposiciones iniciales sobre el problema a resolver.

La premisa fundamental del Design Thinking radica en que la visión del problema por parte de los fundadores puede distar significativamente de la realidad del cliente. Este enfoque sugiere que los puntos críticos para el usuario final podrían estar en aspectos inicialmente no considerados, lo que podría transformar radicalmente la concepción de la solución ideal que la startup debería ofrecer.

Al integrar el Design Thinking con la metodología LEAN, se crea un poderoso conjunto de herramientas que permite desarrollar Productos Mínimos Viables (MVPs) más alineados con las verdaderas necesidades del mercado. Sin embargo, a pesar de contar con estas sofisticadas metodologías, el proceso de comprender y satisfacer al cliente puede seguir pareciendo etéreo y poco tangible.

El mito de la infalibilidad de la metodología LEAN se basa en la presunción de que el equipo fundador posee la capacidad innata de identificar un problema relevante para una porción significativa del mercado. Se asume que, a través de iteraciones sucesivas del MVP, se llegará inevitablemente a una solución óptima que responda plenamente a los intereses de los clientes. Sin embargo, esta suposición plantea una pregunta crucial: ¿qué ocurre cuando la solución generada no aborda realmente una prioridad del cliente?

El escenario que enfrenta una startup cuando su solución, a pesar de mejorar constantemente, no logra monetizarse de manera sostenible y escalable, representa efectivamente uno de los desafíos más formidables en el mundo empresarial. Este momento crucial no solo pone a prueba la viabilidad del producto, sino que también desafía la capacidad de adaptación y la resiliencia del equipo fundador.

Para superar esta situación, se propone un enfoque bifurcado que puede revitalizar la estrategia de la startup y abrir nuevos caminos hacia el éxito. El primer elemento clave en esta estrategia es la identificación del factor de innovación en la propuesta de valor. Esta tarea requiere que los fundadores examinen minuciosamente su oferta para detectar aquel elemento distintivo que genera un impacto significativo y lo presenta de manera accesible a su mercado objetivo. Este proceso de introspección y análisis puede revelar aspectos únicos o enfoques innovadores que quizás no se habían valorado adecuadamente hasta el momento.

Una vez identificado el factor de innovación, el siguiente paso crucial es la ampliación del portafolio de la startup. Este enfoque desafía la sabiduría convencional que a menudo se inculca a los equipos fundadores, la cual se centra en refinar una única solución hasta alcanzar el ansiado ajuste producto-mercado. En su lugar, se propone una estrategia más diversificada que explora múltiples vías de ingresos basadas en el factor de innovación identificado.

Esta diversificación se alinea con el concepto de la matriz BCG (Boston Consulting Group), pero adaptada a un enfoque LEAN. Bajo este prisma, la startup busca desarrollar una cartera de productos y servicios que puedan clasificarse como "estrellas" (alto crecimiento y alta participación de mercado), "vacas" (bajo crecimiento pero alta participación, generadoras estables de efectivo) y "perros" (bajo crecimiento y baja participación, pero potencialmente valiosos en nichos específicos).

Al adoptar esta estrategia, la startup transforma su enfoque corporativo en algo más robusto y resiliente. Ya no se trata de apostar todo a una sola carta, sino de avanzar a través de múltiples frentes. Esta diversificación no solo distribuye el riesgo, sino que también aumenta las posibilidades de éxito al permitir que la empresa explore diferentes segmentos de mercado y propuestas de valor.

Además, este enfoque multifacético puede generar sinergias inesperadas entre los diferentes productos o servicios, potenciando el valor global de la oferta de la startup. También proporciona una mayor flexibilidad para pivotar o ajustar la estrategia en respuesta a los cambios del mercado o las preferencias de los clientes.

En última instancia, esta aproximación más amplia y diversificada permite a los fundadores navegar con mayor agilidad por las turbulentas aguas del emprendimiento. Al no depender de un único producto o servicio, la startup se posiciona mejor para superar los inevitables obstáculos y aprovechar las oportunidades emergentes en un paisaje empresarial en constante evolución.

Esta estrategia no solo aumenta las posibilidades de supervivencia y éxito de la startup, sino que también puede conducir a un crecimiento más sostenible y a largo plazo. Al equilibrar la innovación con la diversificación, los fundadores pueden construir una empresa más resiliente y adaptable, capaz de prosperar incluso en los entornos más desafiantes.

Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.