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l ecosistema emprendedor en Bolivia refleja una rica diversidad de sectores y modelos de negocio, que van desde emprendimientos tradicionales hasta startups tecnológicas que buscan innovar en nichos específicos. Esta diversidad es una manifestación del contexto socioeconómico del país y de la creatividad de su gente. Sin embargo, las diferencias entre los emprendimientos tradicionales y las startups son notables, tanto en la naturaleza de sus operaciones como en su impacto y proporción dentro del mercado.

En Bolivia, los emprendimientos tradicionales abarcan sectores como la artesanía, la gastronomía, los servicios de delivery y los negocios familiares. Datos del Servicio Plurinacional de Registro de Comercio (SEPREC) revelan que las empresas unipersonales representan el 77,8% del total de empresas registradas en el país. Esto equivale a más de 298.000 unidades, lo que demuestra una fuerte inclinación hacia negocios liderados por un único fundador. Este tipo de emprendimientos se caracteriza por su enfoque en mercados locales, su estructura organizativa simple y, a menudo, la autofinanciación como principal fuente de capital.

Un ejemplo destacado son los emprendimientos artesanales, que representan aproximadamente el 12% de los negocios en Bolivia. Estos aprovechan la rica tradición cultural boliviana para crear productos como textiles, cerámicas y joyería. Estos negocios no solo contribuyen a preservar el patrimonio cultural, sino que también generan empleo y valor agregado en comunidades rurales. Otro sector prominente es la gastronomía, que conforma alrededor del 15% de los emprendimientos. Aquí, negocios como restaurantes, servicios de catering y food trucks explotan la diversidad culinaria del país para atraer tanto a clientes locales como a turistas. Por su parte, los servicios de delivery y emprendimientos relacionados representan el 10% del total, mostrando un crecimiento acelerado impulsado por el auge del comercio electrónico.

Por otro lado, las startups representan un segmento mucho más reducido dentro del ecosistema emprendedor boliviano, pero con un enfoque orientado hacia la tecnología, la innovación y los mercados escalables. A diferencia de los negocios tradicionales, las startups bolivianas suelen centrarse en sectores como fintech, logística, movilidad y educación. Ejemplos como TuGerente, una plataforma que ayuda a las empresas a gestionar sus operaciones diarias, y DeltaX, una startup que ofrece soluciones innovadoras en logística y transporte, demuestran el potencial de estas empresas para competir más allá del mercado local.

En cuanto a la proporción, las startups tecnológicas representan menos del 1% del total de emprendimientos en Bolivia. Mientras que las empresas unipersonales dominan el panorama con casi 8 de cada 10 registros, el número de startups activas y formalmente identificadas se estima en decenas, no cientos. Esto refleja las barreras significativas que enfrentan las startups en el país, como el acceso limitado a financiamiento, la falta de redes de apoyo y una infraestructura tecnológica aún en desarrollo.

Un aspecto clave que distingue a las startups de los negocios tradicionales es su modelo de financiamiento. Mientras que la mayoría de los emprendimientos tradicionales se autofinancian o dependen de pequeños créditos familiares, las startups buscan capital de inversores ángeles, fondos de capital de riesgo o programas de aceleración. No obstante, en Bolivia, este tipo de financiamiento es extremadamente limitado, lo que obliga a muchas startups a adoptar estrategias de bootstrapping o a depender de recursos personales durante sus primeras etapas.

También hay diferencias significativas en las aspiraciones y la escala de impacto. Los negocios tradicionales tienden a centrarse en satisfacer necesidades locales, mientras que las startups buscan resolver problemas más amplios con soluciones escalables que puedan ser replicadas en otros mercados. Esto también se refleja en sus estrategias de crecimiento: los negocios tradicionales suelen operar de manera orgánica, mientras que las startups persiguen un crecimiento rápido impulsado por tecnología e innovación.

A pesar de sus diferencias, ambos tipos de emprendimientos enfrentan desafíos comunes en Bolivia. La burocracia, la falta de acceso a financiamiento y la necesidad de capacitación en gestión empresarial son obstáculos que afectan tanto a los negocios tradicionales como a las startups. Sin embargo, también existen oportunidades significativas, como el creciente interés por el emprendimiento entre los jóvenes y la expansión de sectores como el comercio electrónico y la tecnología.

En conclusión, el ecosistema emprendedor en Bolivia es un mosaico de diversidad, donde los negocios tradicionales representan la base sólida de la economía local, mientras que las startups emergen como agentes de cambio y transformación. Aunque su proporción y alcance son diferentes, ambos tipos de emprendimientos tienen un papel crucial en el desarrollo económico del país. El futuro del emprendimiento en Bolivia dependerá de la capacidad de sus actores para superar las barreras existentes y aprovechar las oportunidades para construir un ecosistema más inclusivo y dinámico.

Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.