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la sombra de los Andes, una transformación económica silenciosa se está desarrollando. Bolivia, reconocida anteriormente por su estabilidad monetaria, ahora enfrenta desafíos significativos en su sistema cambiario. Mientras el tipo de cambio oficial se mantiene estable, los mercados paralelos han desarrollado dinámicas propias, y un nuevo actor ha entrado en escena: las criptomonedas.

Bolivia cerró 2024 con una inflación del 9,9%, la más alta en 16 años y casi el triple de la proyección gubernamental del 3,6%. El FMI ahora pronostica una inflación del 15,8% para 2025, que eclipsa la estimación oficial del Gobierno del 7,5%. Esto marca una clara desviación de la década de relativa estabilidad de precios en Bolivia, cuando la inflación promediaba un modesto 2,5% anual.

Los funcionarios del Gobierno atribuyen este deterioro a una tormenta perfecta: bloqueos políticos orquestados por simpatizantes del expresidente Evo Morales, contrabando desenfrenado de productos alimenticios a países vecinos y severas condiciones de sequía que obstaculizan la producción agrícola.

El síntoma más visible de los desafíos económicos de Bolivia es la diferencia entre los tipos de cambio oficial y paralelo. Mientras el Banco Central mantiene la tasa oficial en 6,96 bolivianos por dólar —política que ha sido consistente desde 2011— la realidad en las calles cuenta una historia diferente. Al 1 de mayo de 2025, el mercado paralelo (conocido localmente como "dólar blue") valora el dólar en 15,30 bolivianos, una asombrosa prima del 121% sobre la tasa oficial. Esta disparidad se ha acelerado de manera alarmante en los últimos meses, con el tipo paralelo aumentando un 23,39% solo en abril.

En este panorama monetario bifurcado, las criptomonedas han surgido como una tercera opción para la preservación de valor. Las stablecoins —criptomonedas respaldadas por reservas en dólares— ahora funcionan como mecanismos de cambio alternativos de facto. Los datos de hoy de Binance, el mayor intercambio de criptomonedas del mundo, revelan que el USDT (Tether) se cotiza a 15,32 bolivianos, mientras que el USDC (USD Coin) tiene un mínimo de 15,39 bolivianos.

Estas tasas posicionan a las stablecoins ligeramente por encima incluso del mercado paralelo, reflejando primas adicionales por su accesibilidad y utilidad en transacciones internacionales. La convergencia de los valores de las stablecoins con las tasas del mercado paralelo —en lugar de la tasa oficial— subraya su papel como alternativas genuinas impulsadas por el mercado en lugar de canales oficialmente sancionados.

Bolivia ha experimentado una de las tasas de adopción de criptomonedas más explosivas de América Latina, con empresas que incorporan cada vez más estos activos digitales en sus operaciones. "Chiiitos", una cadena local de hamburguesas, ejemplifica esta tendencia al aceptar tanto USDT como Bitcoin como métodos de pago. Para los emprendedores que navegan por estas turbulentas aguas económicas, las criptomonedas ofrecen ventajas convincentes: protección contra la depreciación de la moneda local, transacciones internacionales simplificadas, menor dependencia de los sistemas bancarios tradicionales y acceso a financiamiento alternativo a través de protocolos DeFi (finanzas descentralizadas).

Esta fragmentación monetaria ha catalizado nuevos modelos de negocio centrados en servicios de intercambio y liquidez de criptomonedas, pasarelas de pago especializadas, soluciones DeFi adaptadas al contexto boliviano, y servicios educativos y de asesoramiento para activos digitales. Sin embargo, el entorno regulatorio sigue siendo ambiguo. El Gobierno aún no ha establecido una posición clara sobre las criptomonedas, creando tanto oportunidades como riesgos para los emprendedores que operan en este espacio.

Bolivia ahora opera efectivamente con cuatro tipos de cambio distintos: la tasa oficial de 6,96 bolivianos por dólar, el mercado paralelo ("dólar blue") a 15,30 bolivianos, el USDT (Tether) a 15,32 bolivianos y el USDC (USD Coin) a 15,39 bolivianos. Este panorama monetario fracturado ejemplifica cómo las presiones económicas pueden forjar nuevos caminos cuando los sistemas tradicionales fallan.

La crisis monetaria de Bolivia ilustra cómo las tecnologías descentralizadas pueden surgir como respuestas adaptativas a situaciones de volatilidad económica. Mientras las autoridades mantienen una política cambiaria estable, el mercado ha desarrollado alternativas paralelas a través de divisas digitales y mercados alternativos. Para un país antes conocido por su prudencia macroeconómica, la situación actual presenta tanto desafíos como oportunidades.

A medida que los emprendedores adoptan alternativas digitales, Bolivia puede convertirse inadvertidamente en un laboratorio para la innovación monetaria, uno que otras naciones que enfrentan presiones similares observarán con gran interés. La pregunta sigue siendo cómo evolucionará la política cambiaria oficial ante estas nuevas realidades del mercado. Mientras tanto, la clase empresarial boliviana ya ha comenzado a adaptarse mediante el uso de alternativas digitales.

Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.