
l panorama del capital de riesgo (VC) en América Latina está en una etapa de reconfiguración. Tras los históricos niveles de inversión alcanzados en 2021, el “invierno de inversiones” ha reducido significativamente la actividad en los últimos años. En contraste, Bolivia, un actor menor pero no menos prometedor, lucha por posicionarse dentro de este ecosistema regional cada vez más competitivo.
América Latina se ha convertido en un laboratorio para la innovación y la adopción tecnológica, destacándose en sectores como fintech, climate tech y healthtech. Sin embargo, la región no ha sido inmune a las tendencias globales. En 2023, las inversiones de VC alcanzaron solo USD 2.78 mil millones, un 84% menos que en el auge de 2021, según datos de LAVCA. Este declive refleja tanto un ajuste global como la mayor cautela de los inversores frente a un entorno macroeconómico desafiante.
Pese a esta contracción, los fondos continúan apostando por las etapas iniciales, con rondas de semilla y pre-semilla representando el 57% de las inversiones en 2023-2024. Las startups en LATAM también están capitalizando las tendencias emergentes, como la inteligencia artificial y las energías limpias, áreas que podrían ser clave para la próxima ola de innovación. Regiones más maduras como Brasil y México lideran el ecosistema, apoyadas por una infraestructura más desarrollada, acceso a capital global y un entorno regulatorio más favorable. Estas ventajas competitivas han permitido a LATAM producir más de 50 unicornios y generar un fuerte interés por parte de inversores internacionales.
En el otro extremo del espectro se encuentra Bolivia. Con solo USD 15 millones en rondas de inversión durante los últimos cinco años, el ecosistema boliviano está en una etapa incipiente. El mercado está dominado por startups en etapas pre-semilla y semilla, con pocos ejemplos de empresas que hayan avanzado a rondas más maduras. Uno de los principales factores detractores en Bolivia es la limitada oferta de inversión a nivel nacional, lo que genera una deflación sistemática en las valuaciones de las startups. Aunque existen iniciativas locales como Santa Cruz Ángeles e inversionistas individuales, la cantidad de capital disponible no es suficiente para satisfacer la demanda de proyectos innovadores. Esto se traduce en una falta de escala, forzando a las startups a operar con presupuestos restringidos y limitar sus aspiraciones de crecimiento.
Bolivia no ha logrado replicar el éxito de Brasil o México debido a factores estructurales complejos. Su mercado interno reducido, con un PIB de USD 45 mil millones, limita su atractivo para fondos internacionales que buscan mercados con mayor capacidad de consumo, sin mencionar las dificultades económicas que el país está transitando.
Además, existen barreras regulatorias significativas que obstaculizan la creación y el desarrollo de startups. La ausencia de incentivos fiscales y programas gubernamentales específicos desanima la inversión, mientras que la fragmentación del ecosistema y la falta de hubs consolidados limitan el intercambio de ideas y recursos. Estas dificultades se ven agravadas por una brecha digital significativa que restringe el acceso a tecnología moderna, especialmente en las áreas rurales, y por una cultura inversora local que prioriza retornos a corto plazo sobre oportunidades disruptivas.
El contraste entre LATAM y Bolivia es evidente tanto en escala como en madurez. Mientras que América Latina cuenta con hubs consolidados como São Paulo y Ciudad de México, Bolivia enfrenta retos estructurales que frenan su desarrollo. El acceso limitado a capital y la fragmentación del ecosistema boliviano refuerzan la necesidad de estrategias específicas para superar estos desafíos. No obstante, Bolivia puede aprender de los éxitos regionales. Iniciativas regulatorias como la Ley Fintech, combinadas con esfuerzos por atraer inversores internacionales, podrían catalizar el crecimiento. La presente creación de redes regionales de colaboración y la promoción de la inversión de impacto podrían ser pasos clave para desbloquear el potencial del país.
El futuro del venture capital en América Latina y Bolivia depende de su capacidad para adaptarse a un entorno global cambiante. Mientras LATAM busca consolidar su posición como un destino atractivo para los inversores, Bolivia debe enfocarse en fortalecer su ecosistema interno y construir puentes hacia mercados más grandes. En este juego de contrastes, lo que está en juego es mucho más que cifras de inversión. Se trata de transformar economías, fomentar la innovación y empoderar a una nueva generación de emprendedores que podrían redefinir el futuro de la región.
Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.