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as fintechs han transformado la industria financiera en América Latina, posicionándose como catalizadores de inclusión financiera y motores de innovación en un mercado tradicionalmente dominado por grandes bancos. En Bolivia, sin embargo, el panorama de las fintechs muestra un desarrollo más lento y con retos significativos que contrastan con el dinamismo de otros países de la región.

En el contexto latinoamericano, países como Brasil, México y Colombia lideran el sector fintech con un ecosistema vibrante y diverso. Brasil, por ejemplo, alberga gigantes como Nubank, cuyo enfoque disruptivo ha revolucionado el acceso al crédito y servicios financieros para millones de personas. México se destaca por su amplio mercado y un marco regulatorio que fomenta la innovación, mientras que Colombia ha apostado por el desarrollo de su infraestructura digital para impulsar el crecimiento de las startups fintech.

Bolivia, por otro lado, enfrenta retos estructurales que han limitado el desarrollo de su ecosistema fintech. La falta de un marco regulatorio claro y actualizado ha sido una de las principales barreras. Aunque se han realizado avances con la aprobación de la Ley Fintech, su implementación sigue siendo incipiente y no ha logrado generar la confianza necesaria para atraer inversión significativa. Además, el acceso limitado a capital de riesgo y la carencia de programas robustos de aceleración e incubación también afectan el crecimiento de las startups del sector.

Otro problema crítico es la baja penetración digital en zonas rurales. Aunque las fintechs tienen el potencial de cerrar brechas de inclusión financiera, el acceso desigual a internet y la educación digital en Bolivia restringen su alcance. Esto contrasta marcadamente con países como Perú, donde las fintechs han logrado integrarse exitosamente en comunidades rurales gracias a alianzas con instituciones financieras tradicionales y el uso de tecnologías adaptativas.

Sin embargo, las fintechs bolivianas también cuentan con oportunidades importantes. La baja bancarización, que afecta a gran parte de la población, representa un mercado sin explotar. Según estudios recientes, solo el 50% de los bolivianos tienen acceso a una cuenta bancaria, lo que subraya el potencial de las fintechs para ofrecer soluciones financieras alternativas. Además, sectores como el microcrédito y los pagos digitales tienen un enorme potencial para crecer, especialmente si se desarrollan estrategias que combinen tecnología y educación financiera.

Otra área de oportunidad es el aumento en la adopción de tecnologías como blockchain y criptoactivos. Aunque Bolivia contaba con restricciones regulatorias sobre las criptomonedas, en estos últimos meses el marco legal generado regulaciones sobre el uso comercial de estas tecnologías, presentando oportunidades para desarrollar soluciones seguras y transparentes en áreas como remesas y micropréstamos. Además, el creciente interés por soluciones sostenibles podría posicionar a las fintechs bolivianas como líderes en finanzas verdes si se alinean con iniciativas globales de sostenibilidad.

Para cerrar la brecha con sus pares regionales, las fintechs bolivianas necesitan abordar de manera decidida sus desafíos estructurales. Esto incluye impulsar reformas regulatorias que generen confianza en los inversionistas y promover alianzas estratégicas con bancos y otras instituciones financieras para extender su alcance. Además, será clave invertir en educación digital y mejorar la infraestructura tecnológica del país para garantizar que los beneficios de la tecnología financiera lleguen a todos los rincones de Bolivia.

El futuro de las fintechs en Bolivia dependerá de su capacidad para aprender de los líderes regionales, adaptarse a las particularidades del mercado local y aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Si logran superar sus limitaciones actuales, podrían convertirse en un motor crucial para la inclusión financiera y el desarrollo económico del país.

Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.