ientras el mundo se maravilla y admira a los jóvenes atletas que participan y compiten en las olimpiadas de Francia, muchos estudiantes universitarios bolivianos solo se interesan en los bailes folklóricos a los que consagran la mayor parte de su tiempo. Los atletas que participan en los juegos olímpicos son mayormente estudiantes universitarios.
Mientras en las mejores universidades del mundo los jóvenes, varones y mujeres, se preparan para los juegos deportivos locales, nacionales e internacionales, en Bolivia los jóvenes practican durante todo el año, día y noche, las danzas folklóricas, danzas tradicionales y ancestrales. Pocos estudiantes, o nadie, se interesan en las competencias universitarias nacionales e internacionales de conocimientos científicos, técnicos y culturales.
La mentalidad que diferencia las conductas y preferencias de los universitarios del país y del exterior es la existencia del pachamamismo, dominante en Bolivia desde hace varias décadas. En las universidades bolivianas, tanto públicas, privadas y religiosas, el pachamamismo tiene tanto éxito que monopoliza la atención de los estudiantes hasta el punto de relegar a un segundo plano el interés por los temas científicos, técnicos y culturales. Son estas materias justamente las que priman en el interés de los estudiantes y de las universidades del exterior. La diferencia de mentalidades entre los jóvenes de Bolivia y del exterior es la importancia asignada al pachamamismo.
¿Qué es el pachamamismo? Es la filosofía o mentalidad que privilegia el pensamiento y las conductas tradicionales y ancestrales por encima de los valores y conocimientos modernistas, científicos y de actualidad prevalecientes en el mundo de hoy. El pachamamismo hace que los jóvenes estudiantes —y la clase media de las ciudades en general—admiren y prefieran las supuestas “culturas y costumbres indigenistas” del pasado, relativas a las costumbres y creencias del mundo rural antiguo, generados por los considerados indígenas de antes.
Debido a esta filosofía ancestralista, los jóvenes estudiantes bolivianos en lugar de emular los valores positivos y acceder a los conocimientos del mundo moderno y desarrollado de hoy, tienden a admirar y practicar las consideradas tradiciones del pasado.
Este pensamiento no apareció de la nada. Fuerzas exógenas llegaron al país por olas sucesivas desde los años 60 a 70 del siglo pasado y lo difundieron en los diferentes sectores sociales. Varias personalidades llegadas al país fueron las que influenciaron con este pensamiento la política, la prensa, las universidades, las iglesias y la vida cotidiana de la población. Con los años se volvió el pensamiento dominante en las ciudades y regiones de Bolivia.
Con la llegada del MAS al poder en 2006 el pensamiento pachamamista cayó pesadamente en la Constitución Política del Estado —el Estado Plurinacional de las 36 naciones— y fue dominante en las interacciones políticas.
El pensamiento pachamamista no tiene, sin embargo, fundamentos sólidos. En general los diferentes aspectos de este pachamanismo son superficiales e inventados. Los indígenas de la actualidad —y de antes— rechazan estos inventos adjudicados y manifiestan su aprecio por el pensamiento moderno, por los conocimientos y prácticas del mundo moderno.
Los dirigentes e ideólogos circunstanciales de algunos partidos políticos asumieron como como objetivos los preceptos y valores del pachamamismo para atacar a sus enemigos y convencer a la población de las regiones y sectores sociales. La ideología de antes de los años 50 de admiración a los obreros y al proletariado como vanguardias de las transformaciones sociales y económicas, dio paso a la admiración por los indígenas, por las pequeñas comunidades campesinas, o por lo considerado la cultura indígena y tradicional. Había cabida para todo tipo de inventos y elucubraciones.
En los sectores productivos el pachamamismo se tradujo en el desprecio al empresario y a sus aportes a la creación de bienes, servicios, empleos y salarios. Ya no se le tomaba en cuenta para invertir e impulsar el desarrollo de las actividades productivas. En el sector rural el pachamamismo se dirigió a prohibir y bloquear el uso de la biotecnología y de las tecnologías modernas bajo el supuesto anticientífico del “daño a la madre tierra”. Con estas creencias que duran ya cerca de 20 años se logró consolidar el atraso de la agroindustria e impedir la modernización de la agricultura del país.
En las universidades, este pensamiento se tradujo en particular en la admiración por los bailes folklóricos de los estudiantes y docentes. Desde los años 90, la admiración se convirtió en la práctica general de las danzas folklóricas en las universidades públicas y privadas. Los rectores, decanos y docentes se convirtieron en promotores e impulsores de las danzas folklóricas. Desde entonces los rectores y decanos ya no sintieron la presión de los estudiantes y de la sociedad por la modernización y el mejoramiento académico de las universidades. Las universidades comenzaron a competir intensamente entre ellas por las practicas del pachamamismo y el ancestralismo.
La ideología pachamámista llegó a penetrar la organización administrativa curricular de las universidades. En adelante los estudiantes que participaban en las “entradas universitarias” serían premiados con buenas calificaciones por los docentes y autoridades. Las notas serían asignadas, según la participación folklórica y no por el rendimiento académico y científico. Existirían “caudillos folklóricos” entre los estudiantes para dirigir las comparsas y anotar a los buenos y malos participantes. Se crearían los llamados “gestores culturales” para calificar y premiar a las facultades y carreras distinguidas por los disfraces más vistosos y caros, así como por haber escrito buenas monografías sobre los bailes practicados, de preferencia los más tradicionales.
Se cuenta que un docente fue premiado con el diploma de “doctor Honoris Causa” por su contribución a la práctica de las danzas folklóricas y al pachamamismo en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Es probable que esto haya sucedido posteriormente o sucede actualmente en otras universidades.
La pérdida de tiempo causada por el pachamamismo consiste en la movilización masiva de los estudiantes para los ensayos durante muchas horas y días por semana y meses para las “entradas” de cada universidad y para las “entradas” de diferentes fiestas religiosas en las ciudades del país. También existen los “corsos de corsos” que pueden obligar a cientos de estudiantes de distintas universidades a viajar a otras ciudades.
¿Cuánto tiempo se pierde en estas actividades “curriculares”? ¿Alguien registra las horas perdidas de esta manera? La pérdida de tiempo en los ensayos puede ser gigantesca. Al parecer la pérdida de horas, semanas y meses, no tiene importancia, no es contabilizada, en los criterios actuales del rendimiento académico.
Sería obviamente mejor para el país, para los estudiantes y para las universidades invertir un poco de tiempo y recursos en la preparación de los atletas para las competencias olímpicas. Sería también mejor para los estudiantes consagrar más tiempo y recursos para las investigaciones científicas en cada carrera y facultad. Sería mejor que las instituciones y sectores de la sociedad presten mayor atención a los nuevos conocimientos generados por los cientos de investigadores de tiempo completo que trabajan en cada universidad.
Es importante para los países formar constantemente el capital humano necesario para contribuir a su desarrollo económico y social. Este capital humano, es decir, los estudiantes, deben formarse en la adquisición de nuevos conocimientos científicos, técnicos y culturales. Sin nuevos conocimientos modernos no es posible contribuir al desarrollo global de los países.
Es necesario también que los docentes-licenciados, mayoritarios en las universidades del país, superen el pachamamismo y los conocimientos anticuados mediante el acceso a maestrías y doctorados que otorgan la elaboración de tesis auténticas.
Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.