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os economistas Daron Acemoglu (nacido en Turquía), Simon Johnson (Inglaterra) y James Robinson (Inglaterra), nacionalizados estadounidenses, fueron galardonados con el prestigioso Premio Nobel de Economía 2024. La Academia Sueca consideró que estos economistas realizaron una contribución notable para la comprensión de las causas que generan las diferencias en el desarrollo y la prosperidad de los países. Las diferencias serían provocadas por la acción de las instituciones sociales y no solo, como se cree generalmente, por los cambios tecnológicos, las inversiones, la geografía o la dotación de los recursos naturales entre otros. En realidad factores institucionales como el Estado de Derecho, la justicia, la educación, la historia y la política tendrían un impacto decisivo en la conformación del desarrollo económico y social de los países. Podemos definir una institución social como un entramado de reglas compartidas entre los actores de una sociedad que estructuran actividades e interacciones reciprocas.

Las características iniciales de este enfoque fueron formuladas en realidad desde hace más de un siglo (Veblen, Mitchel…), pero es solo ahora con los actuales laureados que estas características se expresan con amplitud. En este sentido, la nueva economía institucional sería el enfoque capaz de interpretar de mejor manera las causas que generan que unos países se estanquen o avancen en el desarrollo y la prosperidad.

En algunos países la prosperidad o el rezago económicos se habrían gestado desde los tiempos de la colonización europea. En las sociedades donde existían grandes imperios la colonización no habría causado el crecimiento homogéneo sino más bien el surgimiento de pequeñas elites, la exclusión y explotación de la mayoría de la población y el estancamiento económico de largo plazo. En otras sociedades inicialmente pobres y poco habitadas, la introducción de instituciones coloniales “incluyentes”, democráticas, habrían generado con el tiempo la movilización e interacción de la población en las actividades económicas y el acceso masivo a la educación de calidad.

En la actualidad, en las sociedades donde no funciona el Estado de derecho y la justicia, donde las oligarquías gobernantes practican la corrupción y donde la educación es excluyente y de baja calidad, la pobreza y el atraso económico son extensos. Esta situación caracteriza a la mayoría de los países del mundo, incluyendo a Bolivia.

En cuanto a Bolivia específicamente, varios factores institucionales concurren desde los tiempos de la colonia española para explicar su atraso y falta de prosperidad. En este caso, la aplicación del análisis institucional propuesta por los economistas galardonados, se muestra pertinente.

La economía boliviana se encuentra integrada desde hace cerca de 20 años (2006-2024) al Modelo gubernamental de Desarrollo Social Comunitario y productivo (MDSCP). Este modelo constituye desde entonces el marco institucional que organiza y conduce la economía. Debido a este marco la economía se mueve prioritariamente con empresas estatales y en base a la producción de recursos naturales como los hidrocarburos y la minería. Las empresas privadas, por su parte, se encuentran subordinadas y frenadas en su capacidad para crecer y generar empleo e ingresos para la población.

De acuerdo al modelo mencionado era esperada la producción de “excedentes” generados por el sector estatal de recursos naturales, así como su contribución consecutiva a los sectores generadores de empleos e ingresos tales como la industria manufacturera, la agricultura y los servicios. Sin embargo esto no ocurrió así desde hace por lo menos el año 2015. Debido a esta carencia, el sector generador de “excedentes” no contribuye al desarrollo de la agricultura, de la industria y de los servicios. Estos sectores predominantemente privados, continúan no obstante existiendo y produciendo empleos e ingresos al margen de la falta de contribución y apoyo del sector estatal. El modelo de desarrollo del gobierno no solo no contribuye al desarrollo de los sectores generadores de empleo e ingresos, sino que también trata de frenarlos y bloquearlos.

La institución educativa es de importancia vital para el desarrollo de la sociedad, sin embargo arrastra varias décadas de atraso en su modernización. La educación tiene la misión de formar y capacitar al capital humano de la sociedad y éste es el que debería impulsar hacia adelante las distintas ramas industriales, la agricultura y los servicios. El atraso de las universidades causa también el atraso del nivel cultural y profesional de las élites de la sociedad. El modelo de desarrollo del gobierno durante los casi 20 años no ha contribuido a elevar el nivel académico y cultural de las universidades, incluyendo a las públicas y privadas.

Para los institucionalistas premiados, la falta de Estado de derecho es otra de las causas del atraso y de la falta de prosperidad de los países. Se debe tener en cuenta que el Estado de derecho es el régimen de las sociedades democráticas en el que la Constitución garantiza la libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder. Vemos cada día que el poder ejecutivo avasalla permanentemente a los otros poderes del Estado, la justicia es dependiente del gobierno y los ciudadanos son sometidos a todo tipo de arbitrariedades judiciales. Además, se estima que actualmente hay cerca de 300 presos políticos en el país y otro tanto de exiliados en el exterior.

Finalmente, se constata que la aplicación del marco institucional de desarrollo del gobierno no generó la prosperidad económica anunciada en beneficio de la población mayoritaria. Por otra parte, no contribuyó tampoco a superar los diferentes rezagos que caracterizaban a la Bolivia de los siglos pasados, a la Bolivia de las décadas pasadas. El efecto del marco institucional gubernamental constituyó más bien una acumulación suplementaria de múltiples rezagos.

Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.