uchas veces uno dice: “ese joven es educado”, sin conocer sus credenciales académicas, solo por un simple relacionamiento circunstancial, un saludo, una breve conversación o viendo ciertas actitudes del interlocutor; así, la educación es asociada a la adecuada conducta o comportamiento de la persona. Es posible que esas virtudes para obrar bien se las adquiera en la escuela, pero es importante precisar que ellas se las adquiere primero en la casa, con la familia y se las consolidan en la escuela. Es en la pequeña niñez que se adquiere una educación expresada en hábitos de orden, respeto, aseo, gentileza, reciprocidad, honradez, etc. que luego quedarán fortalecidas en un espacio más amplio de socialización escolar. Una familia que se desenvuelve con las virtudes señaladas líneas arriba, se constituye en un poderoso medio de educación y es el referente de los niños frente a otras conductas posteriores o externas. Ello se fortalece si, además, en la familia hay un ambiente de estudio, de cuidado ambiental, de solidaridad y mucho más si los medios masivos de comunicación fortalecen esas conductas y actitudes con programas de entretenimiento y mensajes referido a estas virtudes. Es en ese proceso educativo que radica la importancia de tres factores importantes: la familia, los medios masivos de comunicación (en tanto expresión de la sociedad) y la escuela, comenzando desde el nivel inicial (guarderías). Así los niños llegan a la escolaridad con nociones de vida social respetuosa y empática o, en muchos casos, con ausencia de ellas, a generar aprendizajes, a adquirir conocimientos y a fortalecer o rectificar ciertas conductas y actitudes que completen su proceso educativo.
En ese proceso, mientras la familia hace énfasis en la educación del individuo, la escuela orienta sus actividades a lo colectivo, a la formación de ciudadanos mediante el aprendizaje de la ciencia de forma sistematizada y gradual y amplia las virtudes señaladas en el marco de la relación social de los estudiantes entre ellos, con los adultos o con los profesores, en un contexto de interacción con la historia del país y sus características sociales y culturales.
He hecho énfasis de forma positiva en los aspectos anteriores en tanto una educación virtuosa e integral que beneficia a los estudiantes, pero la realidad no siempre es así y nos encontramos con fuerzas oscuras que impiden un adecuado proceso de la educación en cada una de estas tres instancias. Entendiendo que la dinámica familiar corresponde a criterios de intimidad y concepciones culturales que la componen, lo que hace difícil su análisis en un breve artículo, no se puede dejar de mencionar la importancia central que tiene en la educación de los niños. Familias pobres, condicionadas a conseguir magros ingresos para su subsistencia, disfuncionales y con ausencia de valores de relación interpersonal, o que en lugar de unos buenos libros prefieren fardos de cerveza u otros gastos, y que no tienen cuidado con la invasión de los medios de comunicación con programas violentos y poco apropiados para la edad de los infantes, no generarán condiciones propicias para una adecuada educación.
Por otra parte, viendo la televisión y las redes virtuales, surgen muchas dudas de que aporten adecuadamente a la educación de los niños. Pareciera que existe una clara intensión de evitar que la gente piense por el abuso de entretenimientos tontos orientados a exacerbar lo emocional y lo repetitivo en desmedro de lo reflexivo. Tanto contenido inútil, superficial, ligero, violento, sexualizado, etc. parece tener el rol de anestesiar las mentes y quitar todo vestigio de seriedad y relación con la realidad, ridiculizando todo aquello que contiene valores éticos y morales. Si a lo anterior añadimos la enorme publicidad orientada al consumo de productos innecesarios, mostrados como los medios para lograr la felicidad o la libertad, están, entonces, sembradas las condiciones para tener generaciones con la capacidad de reflexión embargada.
Finalmente está la escolaridad mediocre y bancaria que sufren los estudiantes. Una educación de baja calidad, orientada a profundizar la brecha entre una mayoría condicionada a la ignorancia y un sector elitista, marcado por la diferencia de ingresos económicos, beneficiaria de la ciencia y el conocimiento. Quienes dirigen la educación escolarizada pareciera que se encuentran empeñados en brindarla anestesiada de criterios reflexivos, atentando a su calidad y ampliando la brecha entre la gente y la ciencia, para contar con individuos mediocres, con pensamiento limitado a sus preocupaciones materiales inmediatas.
Muchas veces, la reflexión sobre una reforma educativa se la reduce a una reforma de la escolaridad, de sus contenidos y/o de su gestión, olvidando que los tres factores señalados hacen posible la educación integral de los niños. Una reforma educativa deberá tomarlos en cuenta, considerando las particularidades de cada una de ellas y las estrategias de abordaje que requieren. De lo que se trata es que los niños bolivianos tengan una educación de calidad que los saque de los estrechos horizontes del pensamiento limitado que le impide el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la reflexión y a su desarrollo moral e intelectual.
Edgar Cadima Garzón es matemático y educador.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.