scribo esta nota mientras me como una tuna, porque me parece que ha trascendido su carácter de fruta, para convertirse en una especie de materia prima que no debe faltar en ninguna mesa.
Constato que las redes sociales asestaron un golpe tremendo al paradigma comunicativo que había dominado durante décadas las relaciones entre periodista emisor y público receptor. Ahora, se obtienen las informaciones de manera inmediata, pero se lanzan noticias falsas o verdades a medias que desinforman o deforman aún más la realidad. No importa, porque ahora puedo dar mi opinión libre y sin censura, tutear al columnista, descalificarlo y, en la medida de mis posibilidades defenestrarlo, porque si se defiende le diré que estudié en Harvard.
Internet cambió la manera en que la gente busca información. Los lectores de diarios en papel envejecen y los jóvenes prefieren acudir a Internet como su fuente de noticias. Antes los periódicos eran la Biblia de la democracia: era necesario leerlos diariamente. Los nuevos lectores disfrutan su tiempo entre teclados, escuchar música y juegos en pantallas.
La convocatoria de las redes sociales alcanzó uno de sus puntos altos el pasado fin de semana en un lugar poco habitado de La Paz, donde crecen las tunas. Un teatro, un conversatorio y la venta de productos elaborados a base de tuna, fueron el centro del denominado “Tuna fest”. ¿Qué pasó?
Se organizó un acto de protesta por la agresión que sufrió Emilia, una mujer que fue increpada por dos vecinos de esa zona por cosechar tunas en un espacio público. El hecho, viralizado por las redes sociales provocó el enojo de una sociedad cargada de bronca porque ve subir el precio de los productos, debe hacer cola para adquirir artículos de primera necesidad y más… Al menos un centenar de personas llegaron hasta esa meseta de Achumani, en la zona sur, para expresar su protesta a favor de la indefensa mujer que había sido agraviada en presencia de su nieto.
El alcalde paceño, un tiktoker declarado, se puso la camiseta de los ofendidos, dejó de lado sus ocupaciones esenciales y regaló en acto público un kiosco a la pobre ofendida, mientras el presidente Arce, vapuleado por distintos sectores sociales, se dio un respiro, para sumarse a la protesta pidiendo un castigo ejemplar para quienes humillaron a la pobre mujer
Los ocasionales agresores “fueron fusilados” en las redes sociales y más de uno pidió una sanción ejemplar, porque el delito cometido superaba las torpezas de dignatarios de Estado o fechorías de ladrones, violadores y estafadores. Más de uno revisó el árbol genealógico de los infractores, su profesión, el título profesional y su vida privada.
Algunos comunicadores sociales siguieron el juego y se pusieron a la par de los denunciantes porque en Internet todos son emisores, receptores y posibles fuentes de información al mismo tiempo. Todos son comunicadores, si no es por lo que se escribe, sí por lo que se selecciona en lo que se traducen los gustos e intereses.
En la nueva sociedad de las redes sociales, editores y periodistas perdieron el control sobre los contenidos y la audiencia que son permitidos en los medios tradicionales. Es evidente que bajo la presión del mercado los periodistas trabajan más, disponen de menos tiempo para realizar sus investigaciones y para escribirlas, lo que conlleva a informaciones más superficiales. Es en este ámbito donde los que juegan a ser periodistas tomaron la delantera.
Los periódicos tuvieron que cambiar para coexistir con otros medios y dejaron de ser el centro de debate público, tampoco son los únicos proveedores de informativos. El dominio de herramientas digitales está en manos de personas que no conocen los principios y máximas de la comunicación social, pero son ágiles para transmitir el mensaje y para ello basta con tener un celular y estar en el momento que se produce el hecho.
La agenda de los temas importantes del día se la reparten entre los periodistas y los que no lo son. Esta teoría de la agenda-setting defiende que los medios de comunicación tienen la capacidad de influir sobre lo que piensan las personas. Es un poder invisible que moldea nuestra percepción del mundo y nuestras decisiones. El tema de la tuna compitió en la semana con los principales temas de orden político y económico.
Dicen que "las noticias no son lo que pasa, sino lo que alguien decide que pase”. Esta frase, lapidaria y reveladora, del periodista Ben Bagdikian, resume a la perfección el poder de la agenda setting, que hoy parece estar en manos de cualquiera. ¿Cómo salir de esta caverna? Uno de mis maestros en comunicación me decía en una conversación a través de Whatsapp: solo con educación, para tener una conciencia crítica, para tener nuestra propia agenda de noticias y equilibrar la balanza.
Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.