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ailan, comen y descalifican. A eso se ha reducido por el momento la campaña electoral de quienes aspiran a capturar el voto ciudadano en las elecciones de agosto. En ese rubro saca ventaja Evo Morales, porque todos sus actos de proclamación terminan en baile y comida. En cuanto a la descalificación hay un empate técnico, porque la batalla es de todos contra todos. Mostrar el pasado y los defectos de los adversarios es el recurso preferido y nadie se salva.

TikTok con su rápido ascenso en popularidad se ha convertido en una de las plataformas de redes sociales más populares, especialmente entre los jóvenes. En esta aplicación, el alcalde paceño, aunque no es candidato, sacó amplia ventaja apelando a videos cortos que permite crear y compartir un contenido creativo (que no lo tiene), aunque ha logrado captar la atención de una amplia audiencia global, pese al mal manejo del lenguaje, descuido en la presentación y exponiendo actitudes ordinarias que no guardan relación con su investidura. Por ese camino quieren ir los candidatos.

TikTok ha demostrado ser especialmente atractivo para la Generación Z y la Generación del Milenio (20 a 45 años), ofreciendo una experiencia de contenido altamente personalizada y viral. La plataforma ha sido impulsada por su algoritmo inteligente, que recomienda videos relevantes y atractivos según los intereses de cada usuario.

Este formato de origen chino, corto y entretenido puede contribuir a una supuesta "idiotización" de los usuarios, ya que se dedican a consumir contenido rápido y superficial en lugar de dedicar tiempo a actividades más educativas o enriquecedoras.

Se suma a ello el hecho que en los últimos años se ha dado la llamada saturación informativa, algo que genera nuevos escenarios y retos para los creativos publicitarios. Cada vez son más los formatos donde podemos insertar publicidad o propaganda para vender productos o servicios: televisión, radio prensa, vallas publicitarias, páginas web, publicidad en redes sociales, nuevas pantallas, tablets y ordenadores. Es probable que algunos candidatos den este salto, aunque parecen estar contentos con el baile, las comidas y la descalificación de los adversarios.

Habrá que aclarar previamente la diferencia entre publicidad y propaganda; mientras la publicidad es una comunicación persuasiva con fines comerciales, la propaganda es una comunicación ideológica que, aunque esta práctica en nuestros días se sigue asociando al totalitarismo.

¿Quién consume actualmente el producto de estos candidatos? ¿Qué edad tienen? ¿Dónde viven? ¿Cuál es su nivel económico? Esas son algunas de las preguntas básicas que parece no preocupar a la más de una decena de personas que se consideran presidenciables.

Parecen olvidar, muy temprano, que están provocando un hastío de la población que tiene otras necesidades, preocupaciones y agenda distinta a los políticos. Hay algo más, de acuerdo con los estudiosos nuestro cerebro tiene algo que se llama Sistema de Activación Reticular (SAR), que logra que manejemos millones de pedazos individuales de información todos los días, pero conscientemente nos percatamos de 30 a lo sumo, todo porque nuestro SAR bloquea las cosas que no necesitamos.

Coincidiendo con el historiador inglés Arnold Toynbee, quien considera a la publicidad (vale también para la propaganda) como el gran mal de la sociedad, porque encierra tres males intrínsecos: la estimulación deliberada de nuestros deseos, no tener por objeto decir la verdad sino vender, y ser un alma demoledora de la educación por no permitir al ser humano elegir.

A Evo Morales le robaron la marca (MAS-ISP) y el color, por tanto, tendrá que reponer esa falencia porque lo que no tiene nombre, no existe. Que lo digan los futuros padres, que tardan nueve meses en elegir el nombre del bebé. En el caso del partido o agrupación política, es evidente que el nombre de la marca será lo más visto, oído, escrito y repetido en su campaña y dentro de su gama de productos cuenta el color, un buen logotipo y hasta la tipografía en sus afiches.

Contratar a celebridades como voceros o para promocionar productos de la tienda política es una forma popular para posicionar una marca. El MAS cautivó a una decena de artistas a quienes incluso los llevó al Parlamento; deportistas y personalidades parecen estar alejados en el país, porque “casarse” con un partido puede otorgar beneficios en el presente y descrédito en el futuro.

El afán tiktokero hizo perder la vista de la originalidad y el contenido de calidad del mensaje, se olvidan que debe primar lo que el ciudadano quiere escuchar y no lo que el candidato quiere vender. Falta chispa para transformar el mensaje de venta en algo más y evitar la aversión. Sucede que cuando estamos viendo televisión y nos cortan la película en el mejor momento para introducir una tira de anuncios, nos hacen perder el interés, por ese contacto frío e intrusivo que genera rechazo. Ocurre en los partidos de fútbol, cuando colocan largos mensajes en la parte inferior (que nadie los lee). Algo así le pasa al alcalde paceño, quien por levantar su prestigio se ganó la antipatía. Basta recordar aquel día cuando le rindió pleitesía a Messi con grandes carteles, en ocasión de la visita de la Selección de Argentina. Un mensaje en las redes sociales, al día siguiente del partido con el rostro del alcalde y el mensaje “Holi, siguen enojados”, fue clave para detonar la antipatía popular.

Los candidatos parecen estar empeñados en llegar a las masas de cualquier manera, olvidando que éstas provienen hoy de universidades, de entidades donde ha crecido el sentido crítico y no es suficiente mostrar al candidato bailando o comiendo.

Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.