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e define como estoico, por su manera de vivir. “Por la sobriedad con la que vivo, me admiran, pero no me siguen ni en pedo”, afirmó en una reciente entrevista a BBC Mundo. “Soy libre cuando me escapo de la ley de la necesidad; la necesidad me obliga a gastar tiempo de mi vida para conseguir medios económicos, con los que tengo que pagar el consumo que tengo, entonces no soy libre. Soy libre cuando gasto el tiempo de mi vida en lo que se me antoja. Nos excusamos diciendo, yo no quiero que a mi hijo le falte algo, pero la respuesta es: pelotudo, le faltas vos”.

Sobrio en su manera de vivir, frugal y directo, prefiere la vida de campo a la ciudad, por ello pasa sus días junto a su octogenaria esposa en una humilde chacra en la periferia de Montevideo. Fue presidente de su país entre 2010 y 2015 y en su hoja de vida, de largos 89 años, aparece una etapa de guerrillero y 13 años en prisión.

“La solución pasa por la sobriedad en la forma de vivir. La humanidad despilfarra en disparates que a la larga se vuelve contra nuestra especie; la prudencia es ventajosa por varios aspectos, aunque la gente no entienda este punto, porque la cultura de nuestro tiempo es una forma formidable del capitalismo para que todos seamos compradores compulsivos. En algún momento se tendrán que pagar los costos de los que estamos haciendo. La naturaleza nos va a empezar a cobrar. La sociedad de mercado te va encuadrando y te pasas la vida pagando hasta confundir ser con tener. No se puede esclavizar la vida para pagar cosas”, afirma este socialista que pasa su vida entre los libros y el cuidado de las flores.

Mujica se llevó bien con Lula Da Silva y cordialmente con Hugo Chávez, aunque no lo tuvo muy cerca. Criticó con dureza a Kirchner al que apodaba “El Tuerto” y fue duro con Cristina por no dejar el liderazgo. “En lugar de ponerse de vieja consejera y dejar nuevas generaciones, no, está jodiendo ahí. ¡Cómo les cuesta largar el pastel!” A Evo Morales le dedicó unas cuantas palabras al señalar que “en la vida hay un tiempo para llegar y otro tiempo para irse, lo de Evo es inconcebible”.

Contrario al liberalismo, Mujica predica el socialismo y vive como tal, muy contrario de varios de los actuales jerarcas de Latinoamérica, que siguen utilizando a la población como si fuera masa, se arrogan para sí el uso de la categoría pueblo y hasta identifican socialismo con “ser sociable”, mientras disfrutan de las mieles que les da el poder, llenando sus arcas personales.

“Tengo miedo de que la humanidad no tenga tiempo de arreglar los desastres que ha hecho, tengo el temor de que la humanidad camine hacia el holocausto ecológico, eso sucede porque la política no siguió el camino que sugirió la ciencia. No es cierto que falla la democracia. El Estado no falla, es como la caja de herramientas, no tiene conciencia, los que fallamos somos los humanos que manejamos el Estado porque no tenemos la cultura y el alma para llevarla bien”, apunta durante la entrevista en tono pausado y reflexivo. Respetuoso de las creencias de los otros afirmó: “Yo no creo, pero la mayoría de la población cree en algo, el 65% de la humanidad cree en algo, en el fondo es el amor a la vida, precisamos vivir”.

Consciente del peso de su palabra, reflexionó además sobre la distribución del ingreso, los desafíos que enfrenta la educación. También habló del sentido de la vida y de la proximidad de la muerte “Todo lo vivo está condenado a morir. Lo importante es darle un sentido a la vida ¿Qué es darle un sentido a la vida? En el caso mío es el sueño por un mundo mejor, los científicos lo hacen de otro modo y lo propio los artistas, pero no todos le dan sentido a su vida”.

Pepe Mujica tiene sus razones para haber abrazado el socialismo. Hasta Albert Einstein se mudó a un Estados Unidos capitalista, donde publicó un ensayo repudiando al capitalismo y haciendo un llamado al socialismo, mientras vivía en Princeton a fines de la década de 1940, en tanto, gozaba de niveles de lujo y abundancia.

Mujica fue y es coherente, porque entendió que un buen ejemplo es mejor que un buen precepto.

Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.