
u nombre Byung-Chul Han. El pasado 7 de mayo se le concedió el Premio Princesa de Asturias en la categoría Comunicación y Humanidades. Es un raro hombre de origen coreano, que vive hace 45 años en Alemania, hizo su tesis doctoral sobre Heidegger, escribe en alemán, todos los días toca su piano y viste en chaqueta de cuero: un posmoderno absoluto.
Antes accedieron a este premio Mario Bunge, José Ferrater Mora, José Luis López Aranguren, Julián Marías, Umberto Eco, George Steiner, Gustavo Gutiérrez y el recientemente fallecido Nuccio Ordine, un educador de primera línea. Se discute si Byung-Chul Han merece siquiera atar las sandalias de los citados. Su mérito: haber tejido una obra donde el diagnóstico de la vida contemporánea pasa por conceptos como la “hipervisibilidad”, la “autoexplotación” o la “sociedad paliativa”.
En un mundo que aplaude la velocidad y la producción constante, Byung-Chul Han es un escritor muy leído y ya lleva publicado tres decenas de libros, vendió tantos libros como Sartre y Foucault. “No se puede publicar un libro todos los años”, asegura el antropólogo José Mansilla. “Claro, puedes hacerlo si te dedicas de una forma desenfadada, pero un libro de filosofía necesita reflexión y construcción, por eso te digo que lo suyo es una filosofía de Instagram”.
Un poco más benigna en su crítica, la filósofa española Lola Almendros apunta: “Lo que sí es cierto que, precisamente ha apuntalado problemas relevantes, yo creo que para los que nos dedicamos a la filosofía, entendiéndola como que hay que pensar en problemas del presente”, ahí es donde el filósofo coreano ha servido de inspiración.
Otros pensadores coinciden en que es un filósofo que vende, pero no convence y toca los problemas con la profundidad de un charco. Entre sus obras más influyentes destacan La sociedad del cansancio y La agonía del Ero. En la primera toca el tema de la ansiedad digital, en alusión a quienes se mantienen conectados a las redes sociales 15 horas al día, que sufren esta hiperestimulación constante, que afectan desde los ojos hasta el cerebro. Una muestra de que hay una intensa dependencia por consumir información en línea es que literalmente lo primero que hacemos al despertar es ver una pantalla.
En el último capítulo de este libro propone la sociedad del cansancio. Por tanto, al final de esa reflexión concluye que el insomnio, el reproche de no haber hecho mejor las cosas, es la presión que se siente de tener la libertad para convertirse en lo que uno quiere ser: académico, político, contador, artista.
Pensar siempre en ser el mejor, el más hermoso, el más original, conduce a estados de ánimo alterados que deprimen. La propuesta de practicar el no-hacer, aunque sea por periodos cortos, podría ser una buena alternativa, porque es lo único que puede salvarnos de ser almas infartadas, agotadas y aisladas.
En una sociedad boliviana altamente politizada y donde abundan las descalificaciones antes que las sugerencias, valdría la pena apagar por un momento la televisión, la radio y dejar descansar el celular. Byung-Chul Han propondría dejar de lado la vida íntima y el pasado de los candidatos, las alianzas y traiciones, los augurios y profecías, para limpiar la mente. Quien quiera encontrar a un filósofo de alto vuelo seguramente quedará decepcionado, porque lo suyo es denunciar a la sociedad en la que viajamos a alta velocidad y sin frenos. En tanto, hasta octubre cuando le entreguen el premio, escribirá seguramente otro libro que será bien vendido, especialmente en Oviedo, donde se entregan los premios y donde al mismo tiempo se debate si se debería seguir enseñando filosofía en secundaria.
Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.