Imagen del autor
L

a convocatoria para la segunda vuelta en las elecciones 2025, reinstaló la explosión de una amanerada controversia ideológica, y el resurgir de intereses partidarios. Además, en días previos se conocieron decisiones judiciales sorprendentes y conminatorias para cumplimiento inmediato. La instrucción perentoria enviada desde el Tribunal Supremo de Justicia, más allá de ser extraña, motivo que voces interesadas afirmen que se trataba de un giro estructural en el Poder Judicial. A tal punto llegó el impacto que personajes destacados en la política, presos por años, están en libertad. ¿Qué detalle apareció de improviso en el expediente de esos juicios? ¿Por qué salen con libertad ahora, y por qué no salieron libres hace veinte meses, o incluso antes?

El inédito balotaje, en un contexto cada vez más particular, deja a la intemperie un casuismo complejo. ¿Cómo seguirá el desempeño del Tribunal Supremo de Justicia (TSE), lo que implica revisar las obligaciones y prerrogativas del Consejo de la Magistratura, relacionadas con la selección y capacitación de los jueces: protagonistas esenciales para la agilización o retardación de la justicia en miles de trámites, muchos durmiendo "el sueño de los justos"?

El diecinueve de octubre, las urnas serán mudas receptoras que engullirán papeletas marcadas como expresión democrática. Mientras más se acerque ese día crecerán los deseos de triunfo; el ímpetu para seducir a los nuevos colectivos sociales en transformación debido a sucesos políticos y sociales que comenzaron hace veinte años. Todas estas circunstancias conducirán, inevitablemente, a la división de emociones y actitudes, en busca de la victoria electoral para sus candidatos.

Después de varios años, los ciudadanos comprenden mejor los diversos esplendores que encierra la libertad de elegir; ser los depositarios del poder constituyente, así como también de su derecho a votar. En el intento para desvanecer al oponente, se profundizará el disenso, y no faltarán aquellos que no pueden idear un discurso coherente -así fuera demagógico- y recurren al insulto, a la verbosidad descomedida.

Se nota que la segunda vuelta, será de fuego cruzado entre diferentes valores incorporados según sea la concepción cultural de seguidores y candidatos de los binomios. En un caso, el discurso de versión criolla, sin exigencias en el lenguaje, más que sencillo, vulgar. Y por otro lado, la expresión de contenido académico, racional, que se retuerce en los mismos conceptos; locución orientada para públicos con estatus superior y de textura burguesa; a veces dice las cosas claras, pero no conquista ni conmueve.

Después de tanta guerrilla verbal, lo que queda son discursos vacíos, una gramática del engaño, en la que las palabras incitan a la incertidumbre. Peor si en el mismo binomio se encumbra la discrepancia y se desmerece la jerarquía natural. Desde todo punto de vista no conviene ser desmedido en la pugna electoral, porque, si bien “el tiempo cura, las cicatrices siempre cuentan su historia.” (Autor anónimo).

Mario Malpartida es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.