
uando abandoné la sala de redacción de un prestigioso medio, había medio centenar de comunicadores sociales enfrascados en su tarea; tres décadas más tarde, acudí a una invitación de ese medio para una entrevista, y vi no más de 10 personas. ¿Qué había pasado?
No es que el periodismo haya desaparecido o va camino a la tumba, pero la profunda crisis por pérdida de ingresos de publicidad, el avance de la desinformación, el avasallamiento de los que juegan al periodismo y las fake news desacreditaron esta noble tarea.
Mientras los periódicos y radios están en crisis, las redes sociales están floreciendo. El panelista de webinar Steve Buttry opina que los periodistas utilizan los medios sociales para hacer preguntas, encontrar fuentes y aprender más acerca de un tema en particular, a través de los motores de búsqueda que ofrecen las diferentes redes sociales; a su turno, los lectores usan las redes sociales para obtener informes de noticias diariamente y comentar sobre los acontecimientos noticiosos.
“Los periodistas no denuncian, escriben mentiras, se parcializan, escriben mal...”. Este tipo de comentarios se leen a diario en las redes sociales y es que echan el fardo a todos los que escriben en las redes, sin que se salve ningún moro ni cristiano. Es poco probable que el público distinga entre los comunicadores sociales de profesión y quienes escriben sin haber terminado el bachillerato, estropeando el idioma y prescindiendo de los signos gramaticales básicos.
Con la revolución digital han surgido otros tipos de periodismo fuera del periodismo tradicional, como el periodismo participativo (llamada web 2.0, donde los ciudadanos generan sus propios canales de distribución como el blog), y el periodismo ciudadano, usado por los medios tradicionales que solicitan de la ciudadanía compartir con los medios, noticias que ocurren en su entorno con informes de audio fotos o vídeos.
La prensa impresa, la digital, la radio, y la televisión poseen, cada una, ventajas y desventajas relativas, debilidades y fortalezas. Esto conduce al criterio de que ningún medio, por separado, es lo suficientemente fuerte y efectivo para prescindir de los demás; el receptor elige el que tenga a la mano y le guste más; tal vez por ello se lea cada vez menos periódicos, las radios se vieron obligadas a cambiar sus formatos y la televisión trata de adaptarse a públicos diversos.
Pese al avance tecnológico, no se debe olvidar que el periodismo existe cuando los periodistas cumplen de forma periódica la función social de comunicar a la sociedad, o parte de ella, las informaciones interpretaciones y opiniones sobre aquellos acontecimientos actualidad que poseen interés público y, cada casa periodística o medio de comunicación debe ser una entidad profesional que se dedique a recopilar, procesar y transmitir informaciones.
Podrá cambiar el medio, la velocidad para emitir una información, la síntesis (porque cada vez se lee menos), pero el comunicador social no debe olvidar que su tarea consiste en descubrir, investigar temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos, y publicarlos, para ello recurre a fuentes periodísticas fiables y verificables.
Han cambiado los tiempos, pero existen varios principios que siguen guiando la labor del periodista, el principal de los cuales es el respeto por la verdad el rigor en la búsqueda de la información fidedigna; un buen periodista será aquel que consigue información relevante, breve y exacta en el menor tiempo posible.
También el Estado debería aportar para que el ciudadano reciba un información seria. Es necesario cierta forma de intervención o regulación gubernamental que permita a los medios de comunicación desempeñar sus roles y restringir el acceso a aquellos que utilizan este medio para denigrar, descalificar y mentir deliberadamente amparados en el calificativo de guerreros digitales.
En la actualidad todo el mundo reconoce que la lógica del mercado es la que predomina y la que impone sus valores y condicionamientos sobre los modos de producción y de distribución, lo que acarrea consecuencias mayores sobre los contenidos y la naturaleza misma de la información. No se puede ignorar la concentración de medios de comunicación en manos de poderosos, la uniformización de ciertas noticias, la pobreza de los contenidos, el desequilibrio de los flujos de información, la falta de diversidad cultural y la intervención estatal que a unos les da palo y a otros zanahoria.
En esta era de la Revolución de la Inteligencia y la globalización, la información “digital” se ha transformado en una mercancía más, que circula de acuerdo a leyes del mercado de la oferta y la demanda. Según esta lógica, los medios no están vendiéndoles información a los ciudadanos, están vendiendo los ciudadanos a los publicistas. Razón para concluir que la información nunca debe ser una mercancía, sino un bien social, como era antes, como debe ser ahora.
Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.