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aber que su institución va camino a la autosostenibilidad, que se puede hablar de ingresos y no deudas en una sociedad boliviana tan compleja, que el estadio de Bolívar será concluido en su primera fase en 2026 y que en este momento no puede acompañar a su club amado en este presente politizado, mostró a un Marcelo Claure con sentimientos encontrados en su discurso previo al año centenario de la divisa celeste.
Sabe que puede dejar el club en manos de personas que sigan su emprendimiento, aunque será difícil encontrar a esos personajes, porque siempre resulta más fácil pecar en arca abierta y él ya ha tenido algunas de esas experiencias amargas.
Bolívar va camino a los 100 años en 2025 y luce en la pechera el título de campeón del certamen todos contra todos, aunque debe sostener un compromiso más, para tener el título de un torneo anual, tras una programación mal elaborada del comité de competencias, que entrega demasiado premio a un torneo tan corto como es el caso de San Antonio.
Bolívar oscila en su presupuesto entre los 10 y 12 millones de dólares anuales que ha logrado equilibrar gracias al dinero ingresado por llegar hasta los octavos de la Copa Libertadores, la venta de algunos jugadores, aportes de los socios y los magros ingresos por derechos de televisión y promedio de espectadores por partido.
Se entusiasmó hablando de los casi 8.000 socios platino y dorado que agregando un monto menor que llegue a los 1.250 dólares anuales tendrá su propia butaca en el moderno estadio de Tembladerani, que en su primera etapa albergará a 15 mil aficionados.
Se ha hecho la idea de ser un espectador lejano de su club porque no sería bienvenido por las actuales autoridades políticas, aunque confían que éstos se marcharán este año y podrá alentar al club de sus amores.
Quiere que su equipo haga la pretemporada en la sede de Manchester durante el mes de enero, espera celebrar los 100 años con el clásico frente a The Strongest y luego organizar un cuadrangular con equipos sudamericanos de grandes quilates. Espera que el presidente de la FBF sea tolerante con este proyecto, porque los hechos muestran lo contrario y durante este año ha recibido más palo que zanahoria.
Claure intuye que su ciclo en Bolívar entra en la fase otoñal, aunque sabe que seguirá colaborando, como lo hará en el estadio colocando el 60% del dinero en esa inversión. No es un megalómano porque piensa que Bolívar podrá ser imbatible en un estadio moderno para 15 mil personas, permanentemente lleno, con aficionados que hagan estallar su aliento en los oídos de los rivales.
Un libro, camisetas conmemorativas, ropa con estilo bolivarista y de primera línea y otras facilidades a los socios son parte de su proyecto presentado la noche de este jueves, aupado por el logro de su equipo, en el torneo que concluye mañana, matizado por un entorno poco favorable para él, por sus culipandeos políticos.
Siguiendo a Ortega Gasset "yo soy yo y mi circunstancia", Marcelo Claure sabe que Bolívar podría desarrollar más, pero el entorno es poco favorable, ya que Bolivia no atraviesa el mejor momento de su historia y las bajas recaudaciones no son producto de la apatía futbolera del paceño, sino del permanente recorte de las necesidades secundarias y terciarias de los bolivianos, y el fútbol sufre ese entorno.
Ernesto Murillo Estrada es filósofo y periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.