
pesar de las iniciativas nacionales e internacionales por dividir al país, la Nación boliviana continúa existiendo. A estas alturas del Bicentenario los promotores del concepto “Bolivia Estado Plurinacional” creen todavía que el país estaría conformado por varias naciones diferentes: la quechua, la aymara y la guaraní principalmente. Esperemos que los candidatos actuales a la presidencia analicen este tema y determinen si corresponde definir correctamente el verdadero carácter del país. Los ideólogos de la Constitución Política del Estado (CPE), bolivianos y sobre todo extranjeros, cometieron graves torpezas conceptuales cuando redactaron los artículos sobre este tema. En otros países de América Latina como Chile, Perú, Ecuador y otros los ideólogos y proyectistas de nuevas Constituciones, influenciados por la filosofía antropológica “pachamamista” boliviana, cometieron torpezas similares hace algunos años, pero al percatarse de su error no insistieron.
En la Constitución Política del Estado de 2009, el artículo 2 sintetiza la torpeza mencionada al postular que “Dada la existencia precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio ancestral sobre sus territorios se garantiza su libre determinación en el marco de la unidad del Estado que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus autoridades territoriales, conforme a esta Constitución y a la ley”. ¿Sobre qué base histórica los ideólogos pudieron afirmar que esas “naciones” tenían una existencia “pre colonial” es decir, que existían como naciones antes de la llegada de los españoles al territorio hoy boliviano? Para responder a la pregunta debemos ir por partes.
Primeramente, en tiempos del esplendor de Tiwanaku (siglos VI al XII d.C) la nobleza tiwanacota del altiplano trasladó a grupos de “mitmakunas”, es decir de esclavos campesinos de idioma pukina, a los valles fértiles del territorio hoy boliviano como Cochabamba y otros. Posteriormente, grupos de aymaras fueron traídos al territorio hoy boliviano por la nobleza Inca (después de los siglos XIV y XV d.C) desde el centro y sur del actual Perú, en calidad también de mitmakunas, es decir, en calidad de esclavos, para trabajar las tierras agrícolas de la nobleza en el territorio hoy boliviano. Asimismo, la nobleza Inca trasladó al territorio hoy boliviano a otros grupos de mitmakunas (o mitimaes) de habla quechua, desde el norte del actual Perú y sud del actual Ecuador, también para producir en los valles de la actual Bolivia. Todos estos grupos de mitmakunas fueron traídos a la Bolivia actual en calidad de campesinos esclavizados pero no en calidad de “naciones ancestrales“ (mi libro “Economía y sociedad del imperio Inca”, 2018).
En segundo lugar, durante la colonia, las poblaciones anteriormente pukinas, así como quechuas y aymaras fueron “liberadas” por la administración española y repartidas a los encomenderos españoles en calidad de campesinos y mano de obra gratuita en su beneficio particular. Durante la colonia cientos de miles de estos campesinos, sobre todo habitantes del altiplano y del sur del Perú, fueron llevados como “mitayos”, verdaderos “nuevos” esclavos de la colonia, a las minas de propiedad de los colonos españoles. Cientos de miles de estos mitayos esclavos entraban a los socavones para nunca más salir. Los mitmakunas eran inicialmente prisioneros de guerra esclavizados a los que no es correcto atribuirles una “cultura e instituciones propias”, ni un “dominio ancestral sobre sus territorios” como lo afirman los ideólogos de la Constitución, ya que eran poblaciones transplantadas desde otros territorios y desde otras culturas. En los nuevos territorios los mitmakunas, ex yanaconas, ya no conservaban sus supuestas anteriores culturas.
Los “mitmakunas” ingresaron a la colonia española en calidad de pequeños campesinos o mano de obra gratuita en favor de los encomenderos españoles. Este período tuvo cerca de cuatro siglos de duración, desde posterior a 1432 hasta 1825. En el nuevo período estos campesinos tampoco lograron constituirse en “naciones” quechuas o aymaras. Después del largo período de la colonia española, grandes grupos de pequeños campesinos aymaras y quechuas participaron activamente como combatientes en las guerras de independencia bajo las órdenes y la ideología de los latifundistas. En el nuevo período estos campesinos tampoco luchaban para conformar “nuevas naciones independientes propias”, pero si constituían la mano de obra campesina de los latifundistas que luchaban para conformar la nueva nación boliviana iniciada el año 1825.
En tercer lugar, la Constitución de 2009 afirma erróneamente en el artículo 3 que “La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y los bolivianos, las naciones y pueblos indígena originario campesinos y las comunidades interculturales y afrobolivianas, que en conjunto constituyen el pueblo boliviano”. Estas divisiones y subdivisiones de Bolivia en varias naciones y pueblos son resultado de la ideología culturalista o “pachamamista” que dominó las discusiones durante la realización de la Asamblea Constituyente de los años 2008 y 2009. Los asesores del gobierno del MAS, sobre todo españoles independentistas y separatistas, pretendían imponer a Bolivia las divisiones y subdivisiones existentes en España según los idiomas hablados en ese país. Como lo afirma el artículo mencionado, el objetivo era dividir a Bolivia en “naciones indígenas originario campesinas”, en “comunidades interculturales” e incluso en “comunidades afrobolivianas”. La pretensión de los españoles era dividir y subdividir en naciones a los bolivianos según sus actividades laborales (naciones de campesinos indígenas), por sus idiomas (quechuas, aymaras y guaraníes), por sus culturas (las llamadas “comunidades interculturales”) e incluso por el color de la piel (“las comunidades afrobolivianas”).
No estaba claro en ese entonces a qué se hacía referencia con el término de “comunidades interculturales”. Años después se escuchó hablar que existían cocaleros del Chapare llamados “interculturales” que asaltaban con violencia propiedades privadas de empresarios de Santa Cruz. Con este propósito provocaban incendios forestales causando daños ambientales irreparables.
Mientras en los países desarrollados y en otros países latinoamericanos los gobernantes trataban de integrar a sus poblaciones en la perspectiva de la integración social y nacional, necesarias para el desarrollo económico, en Bolivia los asesores españoles y los altos dirigentes gubernamentales de los últimos 20 años trataban más bien de dividirlas y subdividirlas en “naciones y pueblos” utilizando criterios superficiales. Parecía que su interés tendía más bien a debilitar al país frente a otras naciones. Se supo posteriormente que en algunos municipios del altiplano y de otros lugares los gobernantes trataron de imponer lo que en la Constitución se llamaba la “autodeterminación de las naciones indígenas, sus propias leyes y autoridades”, etc., pero fueron violentamente rechazados por los vecinos. Fue el caso del famoso sacerdote separatista catalán Xavier Albó que tuvo que huir del lugar precipitadamente.
Finalmente, la caracterización de “Estado Plurinacional” en lugar de “Nación boliviana”, hace referencia a una “forma estatal de organización” que combina la administración política de distintas poblaciones y territorios divididos y separados. Esta forma de organización debería funcionar bajo la autoridad superior administrativa de una oligarquía de Estado.
Diferentemente, el concepto de Nación hace referencia a una población unida por vínculos comunes como la historia, la cultura, el territorio, el idioma y la identidad nacional. La identidad y la unificación de la nación boliviana se fueron construyendo y consolidando paulatinamente durante 200 años siguiendo experiencias históricas dolorosas pero también enriquecedoras y fortalecedoras.
Bernardo Corro Barrientos es economista y antropólogo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.