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a mala calidad del servicio educativo en nuestro país es innegable; es un servicio deficiente que afecta a generaciones de estudiantes y a nuestro desarrollo económico y social. Algunos aspectos de esa deficiencia se expresan en que:

  • La ley Avelino Siñani–Elizardo Pérez, a 15 años de su aplicación, no ha logrado consolidar un modelo pedagógico innovador; al contrario, ha reafirmado la concepción conductista vigente desde principios del siglo pasado. Se sigue confundiendo educación con instrucción, unidireccional, con énfasis en la enseñanza enciclopédica. La investigación, el razonamiento lógico, la programación y/o el estudio virtual no son moneda corriente.

  • No se conoce un Plan Estratégico de la educación boliviana que oriente las acciones urgentes y los procesos a mediano y largo plazo, en el marco de un Plan Nacional de Desarrollo. Todo es un conjunto de improvisaciones anuales a través del reglamento 001 del ministerio.

  • No hay evidencias que la educación esté apalancando el desarrollo sostenible en el país.

  • La política educativa de inclusión social no ha logrado eliminar las brechas educativas ni el alto grado de inequidad.

  • No existen indicadores, procesos ni acciones que evalúen la calidad del servicio, de forma sistemática, que permitan orientar los ajustes necesarios.

  • Mientras la ciencia y la tecnología avanzan, en el país seguimos aún con la tiza y la pizarra, perplejos y sin capacidad de reacción, buscando superar la brecha tecnológica distribuyendo computadoras a bachilleres y docentes, pero sin conectividad garantizada ni diseños innovadores de contenidos o metodologías virtuales.

  • Los bachilleres egresan con un nivel analfabetismo funcional, con serias deficiencias en lenguaje, matemáticas y conocimientos generales, demostrados en la prueba aplicada por el OPCE. No existe un perfil académico de los bachilleres ni investigaciones sobre las tendencias de estudio profesional que requiere el país.

  • La educación escolarizada y la educación superior no tienen coordinación.

  • La formación docente, a más de algunos añadidos de enfoque indígena, no ha superado la formación tradicional, encontrándose rezagada, desorientada y perpleja ante las nuevas corrientes sicopedagógicas y el mundo virtual.

LOS DESAFÍOS A ENFRENTAR

La educación boliviana se encuentra enredada con una concepción educativa heredada del siglo XIX, unos maestros con mentalidad del siglo XX y los estudiantes con vivencias del siglo XXI. Ese enredo se complica más con la ausencia de políticas educativas en sintonía con una coherente estrategia de desarrollo nacional. ¿Cómo resolver este enredo? Encontrar soluciones significa encarar, entre otros, los siguientes desafíos:

Primer desafío: Diseñar un plan de medidas de urgencia

La situación educativa actual es muy grave. Además de pensar en cambios profundos que transformen la educación, se requieren cambios urgentes, medidas que permitan mejorar la educación hacia resultados adecuados a las exigencias sociales, económicas y tecnológicas actuales. Para ello será urgente aplicar las siguientes medidas:

  • Ajustar, racionalizar y desideologizar el currículo que ahora es ampuloso, enciclopédico, ideologizado y poco útil para los estudiantes y para el desarrollo tecnológico del país. Desarrollar, de forma transversal, el pensamiento crítico, abordar, adecuadamente, el campo de las lenguas extranjeras, así como el de la ciencia y tecnologías con ítems, equipos y currículo adecuado.

  • Desarrollar acciones de urgencia para mejorar el aprendizaje de las asignaturas fundamentales (lenguaje, matemáticas y ciencias, en el nivel primaria) y de reforzamiento de estas asignaturas en el nivel secundario. Mejorar las competencias de lectura comprensiva en el entendido que quien no sabe leer no entiende lo que lee y, por lo tanto, no aprende. Además, reforzar la escritura creativa en todos los niveles y asignaturas. Rediseñar un Plan Bolivia lee y escribe de impacto escolar y social.

  • Establecer centros de apoyo pedagógico en las asignaturas fundamentales en horarios y escuelas cuya infraestructura se encuentra ociosa.

  • Apoyo educativo sistemático. Además de las mochilas con material escolar, del bono Juancito Pinto y el desayuno escolar, establecer un sistema de becas, transporte y almuerzo escolares. Consolidar el apoyo sicológico en todas las escuelas.

  • Supervisar y mejorar la gestión escolar en el aula. Todo lo que se realiza en el aula debe ser supervisado y evaluado para mejorar los procesos de aprendizaje de los estudiantes.

  • Ampliar la educación inicial. Esta etapa es importante, para el desarrollo de la psicomotricidad, la sociabilidad y la estimulación temprana, necesarios para la preparación de los niños al siguiente nivel. Superar la idea de guarderías.

  • Disminuir el abandono escolar en el nivel de secundario. Urge generar condiciones y políticas para garantizar la permanencia y conclusión de sus estudios en ese nivel escolar.

  • Modificar la formación y la actualización docente como compromiso con la sociedad, considerando los nuevos campos de la neurociencia, los procesos sicopedagógicos, la tecnología virtual y la inteligencia artificial. Establecer nuevas modalidades de formación.

  • Institucionalizar el ministerio de educación y las direcciones departamentales.

  • Concretar, de forma urgente, las autonomías, en materia educativa, en el marco de las competencias establecidas a fin de democratizar el servicio y delegar responsabilidades.

  • Cumplir los 200 días del calendario escolar eliminando muchas de las actividades extraescolares y redefinir la participación de los padres de familia fuera de las actividades netamente pedagógicas.

Segundo desafío: Sintonizar educación y desarrollo nacional

El modelo económico plurinacional caracterizado por el extractivismo (explotación y exportación de recursos naturales) y la informalidad (contrabando, comercio y narcotráfico, etc.) no genera condiciones para que la educación aporte al desarrollo nacional. La educación actual, con alto grado de autismo, es funcional a ese modelo que requiere gente mediocre, analfabetos funcionales, con conocimientos básicos para responder a exigencias laborales primarias y con capacidad limitada para realizar tareas simples en minería, agricultura, servicios, comercio legal o ilegal. Esos son los resultados de una educación tradicional, funcional a este modelo donde el impacto de la educación en el desarrollo nacional es débil.

Hay que superar ese modelo y generar una sintonía entre las políticas de desarrollo sustentables y las políticas educativas a implementar. Este desafío exige que el desarrollo de nuestro país se oriente al desarrollo de la gente para vivir con dignidad individual y social; aportando a la construcción del país con un enfoque sostenible y medioambiental que permita generar conciencia y administrar los recursos de ahora sin poner en riesgo los de las generaciones futuras.

Tercer desafío: Cambiar la concepción educativa

El modelo educativo actual considera la educación igual a instrucción, como mecanismo de homogenización ideológica; un proceso que prioriza la enseñanza frente al aprendizaje; un régimen escolar único; un currículum enciclopédico como base de cultura general; una pedagogía conductista que anula la creatividad, el pensamiento crítico, la investigación; etc.

El cambio en la concepción educativa significa comprender que el eje central de toda posibilidad de transformación educativa son los estudiantes. El enredo señalado, líneas arriba, será posible resolver si alineamos la concepción educativa, la formación y el ejercicio docente a las exigencias y expectativas de las/los estudiantes, considerando las estrategias de desarrollo sostenible y el avance científico y tecnológico. Toda infraestructura, métodos, contenidos, equipos, etc. deben estar en función de los estudiantes y de esas estrategias. En sintonía con lo anterior, la educación debe recuperar su esencia primigenia de educir es decir de apoyar el desarrollo de las potencialidades y capacidades de cada persona; ambos (desarrollo y educación), en sintonía, deben estar orientados a expandir las capacidades y posibilidades de los ciudadanos para vivir con dignidad individual y social. Para este fin será necesario que el Estado y la sociedad enfrenten el desafío de cambiar varios “chips” paradigmáticos:

  • Cambiar el “chip” conceptual de la educación tradicional hacia una concepción que integre el aprendizaje innovador capaz de adaptarse a los rápidos cambios científicos y tecnológicos, así como a la capacidad de influir cambios en su contexto económico-social y recuperar la importancia de la formación en valores y principios sociales. La educación debe desarrollar la capacidad mental de anticipación, tratando de entender el rumbo y las tendencias de los avances científico-tecnológicos en curso y comprender que, además de la escuela, existen otras instancias educativas como las Tics, los medios de comunicación, la inteligencia artificial, etc.

Lo anterior exige un modelo pedagógico diferente, caracterizado por el aprendizaje personalizado (autónomo) con base a la cooperación, la interacción y el enfoque virtual; la concepción de aprender a aprender con pedagogías emergentes; la flexibilidad de los procesos educativos, etc. Un modelo pedagógico humanista orientado a desarrollar razonamiento lógico, pensamiento crítico, creatividad, investigación y producción intelectual.

  • Cambiar el “chip” organizacional del sistema educativo. El actual sistema educativo tiene una concepción rígida y de escuela única a ser redefinida. En esa perspectiva, habrá que modificar la estructura curricular enciclopédica y conductista para establecer un currículum fundamental, común y obligatorio y otro currículum complementario.

Habrá que replantear una estructura educativa flexible, modular, acorde al desarrollo cognitivo de los estudiantes y será imperativo superar las fracturas existentes en la relación con la sociedad, la familia y escuela para generar condiciones de apoyo educativo a diferentes niveles.

  • Superar el “chip” endogámico. Todo el sistema educativo está administrado, conducido y reproducido por el magisterio. Son los mismos maestros que forman a los nuevos maestros, que administran en las direcciones departamentales, que supervisan, que se evalúan, etc. Es hora de superar esa endogamia que asfixia, que impide renovación para que la educación sea una preocupación y ocupación de todos los estamentos de la sociedad, en el marco de lineamientos claramente establecidos.

Cuarto desafío: Implantar un sistema de evaluación de la calidad educativa

Nuestro sistema educativo se mueve a ciegas. No existe información actualizada, sistematizada y confiable que dé pautas de su calidad y no es suficiente conocer las notas de estudio de los estudiantes, sin considerar la calidad global del servicio que reciben.

La sociedad exige una educación de calidad ya que ella tiene sus efectos directos en los estudiantes, en la calidad de la ciudadanía formada y en los procesos de desarrollo del país.

Para lograr un servicio educativo de calidad, será necesario establecer, con base a diagnósticos precisos, un Plan Nacional de la Educación con calidad que emerja de procesos participativos de concertación expresados en un Acuerdo Nacional por la Calidad de la educación y contar con un sistema de evaluación de la calidad con parámetros e indicadores, que garanticen procesos de evaluación serios e integrales. Estas evaluaciones sistematizadas permitirán orientar los ajustes y cambios necesarios a los procesos y las políticas educativas, además de concretar un derecho que tiene la sociedad de recibir un servicio de calidad y contar con la información correspondiente.

Quinto desafío: Experimentar procesos de innovación educativa

El rápido desarrollo científico y tecnológico es una realidad y nuestra educación no puede estar al margen; ello exige innovar la educación para que marche en correlato a ese desarrollo y pueda influir en el desarrollo del país. Una innovación entendida como un conjunto de ideas, procesos y estrategias planificadas para introducir cambios en las prácticas educativas, diferente a esa percepción utilitarista que confunde innovación con renovación y distribución de recursos.

El Estado debe definir las pautas de una educación innovadora. Seguir haciendo lo mismo, pensando que los resultados serán diferentes es un engaño. No se trata de cambiar el nombre de las leyes, de hacer maquillajes folklóricos o demagogia con la entrega de insumos o infraestructura, mientras la concepción sigue siendo la misma.

Será necesario contar con un marco legal para desarrollar Centros de Innovación Educativa (CIEs), públicos, de convenio y privados, con carácter experimental, en las capitales de departamento y ciudades intermedias, a partir de las cuales, previa sistematización, se pueda irradiar al resto del sistema educativo innovaciones de carácter pedagógico, organizativo, curricular, de infraestructura, flexibilidad curricular, apoyo educativo, servicios (becas, salud, transporte) etc.

Sexto desafío: Rediseñar la formación y actualización docente La calidad del servicio educativo está en directa relación con la calidad de las/los docentes y esta relación se constituye en un importante desafío.

Por mucho que ahora tengan nivel de licenciatura, la formación y actualización docente se desarrollan con criterios tradicionales, con un “picoteo” de acápites de textos, citas impactantes, adornos indigenales y algunos atisbos de tecnología virtual. Habrá que modificar esa formación tradicional y cambiar la concepción educativa que persiste junto con los otros desafíos señalados. Una posibilidad de esa modificación podría ser que los maestros de primaria sigan siendo formados en los Institutos de Formación de Maestros, mientras que los de secundaria sean formados en las universidades.

Además de los contenidos y metodología de la formación profesional y la actualización docente, hay que superar la imagen del profe tradicional, portador de saberes, y avanzar hacia la formación de maestros competentes, capaces de guiar el desarrollo de las potencialidades de los estudiantes, de orientar y manejar metodologías innovadoras, tecnologías modernas y psicología infantil y social que permitan una educación renovada. Todo lo anterior significa, además, dignificar el rol de las/los docentes brindándoles mejor formación y mejores condiciones laborales, pero también significa exigir responsabilidad, eficacia y eficiencia en sus labores.

Séptimo desafío: Ajustar la gestión administrativa Al presente, el problema no parece presupuestario. Con el 8% del PIB destinado a la educación, bien administrado, no deberían existir escuelas sin ítems y sin equipamiento (bibliotecas, laboratorios, conectividad, desayuno escolar e incluso transporte). Será necesaria realizar una reingeniería administrativa que priorice el gasto a las principales necesidades educativas.

Habrá que fortalecer el rol de los directores de los establecimientos educativos en tanto autoridades pedagógicas y de apoyo en aula, disminuyendo sus tareas administrativas.

1. Otros desafíos a considerar

Además de los desafíos anteriores será necesario:

  • Reorganizar el subsistema de educación técnica. Diversificar y modificar las especialidades y modalidades de estudio de acuerdo a los avances de la ciencia y la tecnología. Educación técnica dual como criterio fundamental de desarrollo del país.

  • Relacionar la educación secundaria-universitaria. Desarrollar planes y actividades de coordinación que permitan una adecuada continuidad de estudios superiores.

  • Recuperar la responsabilidad y exigencia social por una educación de calidad; superar el control gremial y parental que la tiene secuestrada y distorsionan los procesos educativos.

  • Considerar de forma transversal el tratamiento de los derechos humanos, de género; la ética y valores; el medioambiente y la naturaleza en todos los aspectos de la dinámica educativa.

  • Impulsar una reforma universitaria profunda, orientada a mejorar su calidad, su gestión, sus costos, su relación con otras instituciones académicas, etc.

La educación es la savia, es el elemento vivificador de la sociedad. Si ese elemento vital es subalternizado, débil o mediocre, el árbol social y el país sufrirán las consecuencias. Así planteada la situación, los desafíos que se tienen en la educación son enormes. Desafíos necesarios a ser encarados en beneficio de las nuevas generaciones y el desarrollo del país.

Nota importante

Estos desafíos, entre otros, son los más importantes, y se requieren respuestas urgentes, por lo que habrá que diseñar planes operativos para cada uno de ellos en los que se determinen las acciones específicas a implementar y, paralelamente, habrá que iniciar las otras tareas de cambios más profundos sabiendo que, su por su complejidad e implementación, tomaran más tiempo.

Edgar Cadima Garzón es matemático y educador.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.