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E

n estos tiempos de campaña electoral, prevalece la intención de restar votos a los otros para sumar a favor; no queda otra: se escucha decir con fingida resignación y deliberado propósito. De las sumas y restas, y el baile de porcentajes producto de las encuestas, se comenta y opina durante semanas. Participan analistas que conjeturan, suponen, asumen, eso es parte del análisis. Lo interesante es que entre ellos también se contradicen señal de que hubiese varias verdades.

Por momentos se advierte que les traiciona el subconsciente, y opinan con diáfana parcialidad; expresan esperanza devota más que un análisis surgido de la realidad; caen en la trampa de transferir ansias a su modo de pensar. Otros, se muestran menos apasionados, intentan ser neutrales, prefieren ser menos precisos, no buscan malquistarse con nadie, pues al final ¿en nombre de quién los panelistas son indiscutibles y sus criterios infalibles?

Respecto a las encuestas, se pueden aplicar análisis sencillos usando el sentido común, y la base lógica de la propia estadística que es la ciencia de los datos. Con los números difundidos en un canal de televisión, que como es costumbre exhibió fotografías de candidatos, y en pie de foto los porcientos obtenidos por la empresa encuestadora. Con esos mismos datos, solo que en su versión de números naturales "redondeados", más asequibles a la comprensión común, encontramos la información inicial: están habilitados 7,9 millones de votantes.

A partir de eso, y como primer ejercicio, se debe restar los 2,4 millones de nulos, blancos e indecisos, que equivalen al 30 por ciento; y dejar en claro que los votos válidos serían 5,5 millones. El segundo ejercicio consiste en obtener la cantidad de votos a favor de quienes encabezan los dos primeros puestos que, para el caso, cada uno sumaría 1 millón: equivalente al 18 por ciento. O sea 2 millones.

Estas cifras pueden plantear varias opciones: si ambas siglas calificaran a segunda vuelta, tendrían que conseguir, para ser gobierno, los votos del tercero que aportaría con el 10 por ciento, que son 550 mil votos. Durante la intervención de los panelistas invitados, se dijo poco del tercero, a pesar de que podría ser quien decida terminar con el empate. Un mundo inmenso de negociaciones, no habría identidad ideológica, serían pactos con quien da más.

La encuesta profesional tiene como base científica "la nuestra estadística". Aplicar complicadas fórmulas para garantizar que esas 2,5 mil personas de la muestra, representan la posición de 7,9 millones de ciudadanos. Aquí radica la sabiduría, la experiencia para adoptar la estructura y el tamaño de la muestra; es el más preciso detalle, es la filigrana que permita, deducir, inferir y, como consecuencia, establecer la verdad estadística.

A quien le guste jugar con los números, tiene la oportunidad de hacer otros ejercicios usando los mismos porcentajes. Determinar por ejemplo, que sumando los votos de los partidos de derecha, alcanzarían solamente 2,7 millones de votos, frente a 5.3 millones de habilitados que no votarían por ellos.

Aplicando el mismo tipo de análisis, el candidato oficialista a quien la encuesta le da el 2,3 por ciento de los válidos, tendría 127 mil votos. ¿Qué le parece?

Mario Malpartida es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.