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ean "Diddy" Combs, rapero y magnate de Nueva York, enfrenta acusaciones de abuso y explotación que han oscurecido su legado. Al igual que infames figuras como Jeffrey Epstein, Diddy se encuentra en el centro de un escándalo que revela su presunta manipulación de jóvenes artistas. Mientras se prepara para un juicio en 2025, el FBI ha presentado pruebas contundentes en su contra, exponiendo una red de abuso, trata y explotación que ha permanecido oculta durante demasiado tiempo.

En el trópico de Cochabamba, Evo Morales, líder boliviano y antiguo presidente, se enfrenta a acusaciones similares de abuso de poder. Aunque se niega a declarar su inocencia ante la justicia, su influencia en la región le permite vivir con impunidad. La devoción casi fanática de sus seguidores ha convertido a muchos en víctimas, entregando incluso a sus hijas en un acto de veneración distorsionada, a cambio claro, de prebendas en el gobierno.

Ambos hombres comparten inquietantes rasgos psicopáticos: manipulación, abuso de poder y una alarmante falta de empatía. Han utilizado su influencia para controlar a quienes los rodean, despojando a sus víctimas de su dignidad y bienestar. Esta deshumanización refleja una patología donde el éxito personal se antepone a cualquier consideración moral, permitiéndoles actuar sin consecuencias.

Mientras Diddy enfrenta un proceso penal que demuestra el poder de la justicia en una democracia funcional, Evo evade la ley en su bastión personal. En Bolivia, su refugio le protege de la rendición de cuentas, generando un estado de indefensión que convierte el abuso en norma. La justicia, en este contexto, se presenta como un ideal inalcanzable.

Cochabamba, testigo del caos actual, enfrenta bloqueos y desabastecimiento, todo en defensa de Evo. Este escenario revela cómo el poder puede distorsionar la justicia, y la necesidad urgente de recordar que el abuso y la impunidad no deben ser tolerados. Diddy y Evo, separados por miles de kilómetros, representan la misma moneda de poder, manipulación y abuso. La justicia debe ser implacable.

Eliana Ballivián Ríos es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.