
uando la política y sus actores es ordenada y normada desde el Estado implica que el poder requiere mantener un orden establecido, la alteración del orden significa una afrenta a la razón temporal estatal.
El Tribunal Constitucional Plurinacional - TCP se ha constituido en el actor político no por iniciativa propia sino por instrucción de poderes políticos y facticos para imponer y reordenar el tablero político y, con ello, confeccionar una arquitectura del poder, proscribiendo derechos para preservar u otorgar privilegios de acceso al gobierno, es decir que las acciones “constitucionales” tiene como finalidad beneficiarios selectivos.
Los actores políticos que aspiran a mantenerse o ingresar al poder para validarse necesitan previamente del Estado, para que les garanticen ese privilegio como derecho, sino ocurriese este acto previo y necesario el orden establecido está en duda para su reproducción.
En este escenario la democracia como institución política esta mutilada, el ‘demos-pueblo’ deja de ser es el sujeto de donde proviene la soberanía, sino es el ‘kratos-gobierno’ que se constituye en el fin, para ello prescinde de la fuente principal de un Estado de derecho: el pueblo.
Nuestra democracia se está desenvolviendo dentro de esta dinámica instituida forzosamente por el TCP, este Tribunal tiene la obligación constitucional de “ejercer el control de constitucionalidad y precautelar el respeto y vigencia de los derechos y garantías constitucionales” contrariamente hoy el Tribunal legisla a través de sentencias modificando la Constitución, la modificación parcial o total de la Constitución es facultad privativa del pueblo/soberano, también modifica el ordenamiento jurídico, cuya facultad es privativa de la Asamblea Legislativa, es decir los magistrados del TCP se autodelegan facultades que no tienen, esto es posible cuando los poderes políticos y facticos le permiten y respaldan.
Desde el punto de vista institucional y republicano es la manifestación de la anomia estatal, cuando el orden establecido y sus actores políticos beneficiarios están en riesgo es imprescindible que un poder “no” político intervenga subsumiendo al Estado y a la sociedad a su designio arbitrario e impedir que sectores subalternos alteren la forma de vida del poder como cotidianidad política.
El país se electoralizó desde el 2022, esta afirmación no niega la dinámica política inherente a la democracia, sino tiene como finalidad identificar en tiempos el surgimiento pre-electoral, la principal disputa y no la única se presenta en el campo de lo plurinacional popular.
Conflicto y disputa es el drama que deriva en la fragmentación sindical campesina, el efecto de la fragmentación no está en la conformación de dos bloques sindicales paralelos, sino que el bloque pro-gobierno es validado por el mismo Estado, esta validación implicó que el TCP y el TSE legalicen a estas organizaciones campesinas del Pacto de Unidad la titularía sobre el MAS, es decir dos poderes del Estado aparentemente no-políticos otorgaron derechos políticos a bloque oficialista confiscando al otro bloque ese derecho que detentaban legítimamente, el de la representación de la organización política.
Los órganos de poder del Estado, al otorgar un derecho político, crearon un derecho sin legitimidad, los beneficiarios son solo nombres que actúan y hablan en nombre de, pero no tienen el liderazgo para representar lo que heredaron como dadiva estatal.
Los beneficiarios de esta decisión tienen su temporalidad, los primeros son los del poder político, pero solo triunfadores simbólicos, porque no logran capitalizar electoralmente la posesión de la sigla electoral, los mayores beneficiarios son los segundos, los poderes facticos, que aplauden lo hecho sin involucrarse, parafraseando popularmente sin embarrarse. Lo segundos sin ser parte del poder necesitan mantener el orden establecido proscribiendo a lo plurinacional popular, ese es el escenario ideal que necesitan para volver apropiarse del Estado.
El cerebro de laboratorio detrás del poder construye el escenario, el conflicto, el drama, trama y organiza el desenlace, sin nombrarlos, pero si promocionándolos tiene a los herederos del poder.
Hoy esos posibles herederos de los poderes facticos sin ruborizarse descalifican lo andado democráticamente desde inicios de siglo, necesitan de la catástrofe para sancionar moralmente a lo plurinacional popular, la crisis es el estado de situación que impulsaron y promovieron, es en esta temporalidad impuesta no como casualidad sino como planificación que se desarrollará las elecciones.
César Navarro Miranda es escritor y exministro de Estado.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.