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uinea Ecuatorial, uno de los países más pequeños de África, excolonia de España, ubérrimo de riqueza petrolera que se constituye en el 80% de la economía nacional, con la renta per cápita nominal más alta de África y similar a la de algunos países europeos, toda una nación en desarrollo o al menos es lo que aparenta, 46 años de régimen con la careta de democracia.

El mismo dictador Teodoro Obiang, calificado como un “gobernante asesino y corrupto en el mundo”, un clima de terror estatal, violaciones de los derechos humanos sin límites, 75% de la población sobreviviendo con menos de dos dólares al día, toda la riqueza nacional desviada a los familiares y jerarcas del gobierno, elecciones amañadas sin oposición, nepotismo, corrupción, etc.

Son la realidad de ese país africano, cualquier crítica es aplastada con puño de hierro, los cuestionamientos desde el extranjero son vistos como “intervención”, el fantasma del “imperio” norteamericano es omnipresente en los discursos políticos, mientras se celebran jugosos negocios para el dictador junto a empresas norteamericanas, una auténtica muestra de lo que los gobiernos populistas aspiran a ser, al igual que el caso de Mobutu Seso.

Al parecer dictadores como Maduro, Diaz Canel, Kim, Obiang y otros, se apoyan entre ellos, aislándose del resto del planeta sólo quizás para satisfacer sus ambiciones económicas, resultando incluso cómica las pretensiones de los tiranos de mostrarse como “democracias” y realizar actos de fragante de corrupción.

En medio de una delicada coyuntura por la fragilidad de la economía boliviana cada vez más al borde del colapso y el quiebre, gracias en gran medida a las torpezas administrativas de este gobierno, la corrupción e impunidad también es parte del menú.

Llama poderosamente la atención de que el Gobierno se vaya aislando cada vez más del mundo por las bajas calificaciones internacionales en distintos aspectos, caso de lo que nos va mostrando transparencia internacional con su informe de la gestión 2024 en la región y el mundo.

La percepción de la corrupción en Bolivia, por ejemplo, empeora cada año mas y este logro su puntuación más baja en los últimos 12 años, según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2024 por Transparencia Internacional. El país registró 28 puntos y está por debajo del promedio regional que es de 42 sobre 100. Aclarando que el IPC clasifica a 180 países según las percepciones sobre el nivel de corrupción en el sector público, en una escala de cero a 100, en la cual cero equivale a mucha corrupción y 100 a una muy baja corrupción.

Bolivia registró en el ultimo año su nivel más bajo ocupando el puesto 133 y en América Latina el número 25 de 32 países, cerca de los más corruptos como el caso de Honduras, Nicaragua, Haití y Venezuela.

El reporte de Transparencia Internacional sostiene que la corrupción generalizada en Bolivia está fomentada por las violaciones a los derechos humanos, la impunidad y actos de corrupción de funcionarios públicos.

Hoy podemos señalar que desde la asunción de MAS al gobierno, primero con Morales y actualmente con Arce, la percepción del mundo hacia Bolivia se agravó, en un país enfrascado en la corrupción e impunidad flagrante.

Actos como el enriquecimiento de familiares y jerarcas del Gobierno, que se van ventilando, toma fuerza en esta época, donde el gobierno de Arce muestra claros indicadores que se ha divorciado tanto de la realidad como de la percepción internacional.

Un recuerdo en la historia quizás son los sucesos del golpe de Estado de Todos Santos del impune dictador Natusch Busch, tristemente recordados debido a los centenares de víctimas, hayan significado el máximo acto de aislamiento de Bolivia en la comunidad internacional.

William Torrez Pérez es político y exasambleísta departamental de Oruro.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.