
e acuerdo con el Padrón Electoral 2024, el grupo etario comprendido entre 18 y 30 años de edad alcanza a 2.302.056 personas, lo que significa el 31,37% del total de la población.
Entonces estaríamos hablando de que la “generación Z”, también conocidos como centennials, nacidos entre 1995 y 2010, aproximadamente siendo nativos digitales que dominan las tecnologías y las redes sociales
La generación más apolítica que se ha visto en la historia, también es la que más conciencia social parece tener.
La ayuda social parece ser importante para esta generación de entre los 18 a 30 años. Aunque algunos lo hacen por el “amor a la humanidad y al planeta”, otros lo hacen por el estatus y renombre que esta moda puede darles.
¿El “centennials” estará haciendo las cosas porque busca su crecimiento como persona, o está haciéndolo para demostrar en las redes sociales que es una persona “profunda”?
Los jóvenes son jóvenes, ¿es una premisa real?
Para comenzar, la generación denominada “centennials”, corresponde de acuerdo a parámetros globales con aquellos (con algunas excepciones) jóvenes que llegaron a su vida adulta con la características de haber crecido en un mundo digital y altamente conectado.
Es decir que experimentaron más que ninguna otra generación los cambios tecnológicos de la sociedad humana, siendo usuarios y dependientes en gran medida de los medios tecnológicos, tanto para su interacción con la sociedad como con su vida económica.
De un manifiestamente alto nivel educativo que deriva en una incredulidad tanto en la sociedad como con los demás, así como un empeño en causas “políticamente correctas” como los derechos de los animales, los derechos LGBT y otros, en una aparente conciencia social.
Como consecuencia de la formación intelectual, la “conciencia social” y un marcado pesimismo, en su mayoría los miembros de esta generación son pasibles a sufrir constantes estados depresivos, además de un narcisismo y tozudez que alcanza a veces niveles críticos, todo como una de las peculiaridades de los mismos.
En el peor de los casos existe una marcada tendencia de vivir en varias realidades dentro de la posmodernidad, con la tendencia de fondo de creer en querer “lograr un mundo mejor” desde una ilógica forma de vida hedonista.
Sin embargo, un estigma de la mayoría de los miembros de esta generación, es el efecto boomerang, que son los que han tenido que volver a casa de sus padres y están retrasando la formación de un hogar por la situación económica actual: la dificultad para encontrar un empleo y para acceder a una vivienda.
Esto se traduce en una mayor frustración y quizás esta sea la generación que más quejas manifiesta, no tanto en las calles como en sus “redes sociales” y medios de comunicación masivos, quejas orientadas desde una perspectiva egoísta y en la mayor parte de los casos sin ningún tipo de propuesta coherente.
La crítica, a todo tipo de idea en todo ámbito no sólo el político, pone un freno que sumado a la situación de quienes padecen el efecto boomerang, los convierte en una generación que no estaría a la altura de los retos socio-económicos-políticos de la vida de la nación.
Manteniendo el estereotipo de la juventud inhábil para asumir responsabilidades grandes, quizás dicha situación pudiese mejorar con la “madurez” de los miembros de esta generación Z,
Sin embargo, la premisa de ser “joven” retrasa la madurez de carácter en contradicción a la madurez biológica, tanto así que tal vez el “centennials” es solo un conjunto de comportamientos que se puede dar en cualquier edad.
La segmentación de "los menores de treinta" se queda demasiado corta, pero cuando uno es joven y ve la oportunidad de comenzar cosas nuevas, es difícil verlas con pesimismo todo el tiempo.
Esperemos que este 31,37% (dato de 2024) de centennials que están habilitados para sufragar este 17A estén comprometidos con el gran desafío de invertir bien su voto.
William Torrez Pérez es político y exasambleísta departamental de Oruro.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.