
a violencia hacia la mujer no es sólo cuando se la maltrata, viola o asesina. La violencia política, mediática, simbólica es lo cotidiano en esta sociedad machista y violenta.
La concejal Silvana Mucarzel, de UCS, fue objeto de una despiadada violencia política de parte del Alcalde de Santa Cruz, quien usó todo su poder económico y sus influencias para atacarla, desprestigiarla, acusarla y llegó al extremo de pedir su curul y el TSE obedeció a su pedido.
Casos como éste han sido permanentes en la Bolivia Plurinacional, cuyo discursito antipatriarcal es un cuento chino, a la que miran pasivamente cientos de ONG que dicen trabajar por los derechos de las mujeres, que son cómplices también por la ola de violencias hacia la mujer.
Silvana Mucarzel, presidenta del Concejo Municipal, hacía su trabajo de fiscalización y despertó porque tenía al frente un alcalde con una gestión llena de hechos de corrupción, de abusos, de maltratos y de tanta vergüenza. Ese fue su delito y, por ello, el señor Fernández se la tenía jurada y logró su propósito, con una ayudita del TSE: perdió su curul de concejal.
¡Paradojas! Sanciones para ella, pero el acosador político sigue en el poder, gozando de las mieles del poder.
Un golpe a la democracia y a la dignidad de la mujer que quiere hacer política.
Hernán Cabrera Maraz es periodista y filósofo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.