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unque Bolivia enfrenta problemas sociales, políticos y económicos, que se reflejan en los bloqueos de caminos, impidiendo el abastecimiento de alimentos en las ciudades (acción liderada por el expresidente Evo Morales Ayma), el aumento en los precios de bienes y servicios, así como la escasez de dólares y gasolina, gran parte de la población, especialmente niños, adolescentes y jóvenes, se prepara para celebrar Halloween.

A pocos días del 31 de octubre y las celebraciones de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, el ambiente recuerda la crisis de 2019, cuando tras acusaciones de fraude y una ola de protestas, Morales renunció a la presidencia y salió del país junto a otros correligionarios. En ese entonces, los movimientos sociales denominados “pititas” dejaron parcialmente de lado estas festividades para luchar por una Bolivia libre de tiranía.

Actualmente, las acusaciones contra Morales del Movimiento Al Socialismo (MAS), que incluyen denuncias de pedofilia, estupro y trata de menores, se suman a críticas por la mala gestión económica del actual presidente de la República Luis Arce Catacora (también del MAS); sin embargo, un clima de miedo e indiferencia ante la violencia se antepone a la crisis y en lugar de dar espacio al compromiso social de antaño contra un partido político que daña en muchos aspectos al país, la población se alista para asistir a fiestas, casas del terror y otras actividades relacionadas con Halloween.

HALLOWEEN

Desde hace muchos años que la popularidad de esta celebración crece cada vez más en el país, impulsada por la influencia de la televisión, el cine, internet y redes sociales, además de la gran oferta de productos en comercios y supermercados. Así, esta fiesta desplaza a las tradiciones de Todos Santos y el Día de los Difuntos, aunque gran parte del pueblo creyente sigue mostrando respeto por las almas.

La diversión y la bulla de la fiesta extranjera que, producto de la globalización gana más adeptos, hace que desde fines de septiembre ya se realicen preparativos hacia el 31 de octubre y días previos, propicios para negociar con todo tipo de representaciones. Personas que critican Halloween, terminan adquiriendo disfraces para que sus niños salgan por las calles pidiendo golosinas con la típica frase “dulce o travesura" (trick or treat); organizando reuniones con esa temática; decorando lugares con figuras grotescas alusivas a esa celebración y realizando juegos, donde el misterio, susto, terror, e —incluso—, el estremecedor satanismo le dan un supuesto “toque mágico” a la fecha.

Varios historiadores afirman que la víspera del 1 de noviembre se celebraba “Sambein”, fiesta celta que marcaba el final del verano y las cosechas e introducía días de frío y oscuridad. La creencia era que el Dios de la Muerte hacía volver a los muertos. A esta vigilia se llamó “All Hallow´s Even” (Vigilia de Todos los Santos) y su importancia creció al mismo tiempo que se transformó hasta llegar a ser “Halloween”, mezcla de tradiciones de inmigrantes a Estados Unidos que se establecieron con sus disfraces, así como con sus pedidos puerta a puerta de fruta y nueces, de acuerdo al texto de Rocío Muñoz-Ledo en la página de CNN en español. La celebración de inicio fue inofensiva; pero con los años adoptó características dañinas para la sociedad.

El periódico colombiano “El País” en su nota sobre el significado de Halloween en la Biblia, dice que se asocia en el imaginario cristiano a experiencias que ésta condena. “La adivinación, la invocación a los muertos, los rituales satánicos y la hechicería son prácticas que se mencionan en la Biblia y que son claramente desaprobadas”.

TODOS LOS SANTOS Y EL DÍA DE LOS DIFUNTOS

Para Todos los Santos y el Día de los Difuntos se suelen armar en los hogares de Bolivia mesas con flores, diversidad de masitas, panes, frutas, caramelos, “t’ant'awawas” (niño de pan en aimara), platos y bebidas. Además, los cementerios se llenan de personas que llevan figuras de panes; diferentes tipos de flores que colman la mayoría de las tumbas e incluso se escuchan coplas interpretadas por grupos musicales. En los camposantos, todo es movimiento y color, con el fin de honrar y “dar la bienvenida” a los difuntos.

Los días de Todos los Santos y Difuntos sobreviven con perfil menos alto y son transmitidos a través de generaciones con acciones y festejos diferentes, frente a la celebración foránea. Los esfuerzos de instituciones locales y gubernamentales así como de la Iglesia Católica y las propias familias, parecen perder potencia con el paso de los años.

En cuanto a la festividad de Todos los Santos, el diario en línea español “as” señala que nace de la decisión del Papa Bonifacio IV para consagrar el “Panteón de Agripa” al culto de la “Virgen y los mártires”. Se conmemoraban a santos anónimos y desconocidos. El Papa Gregorio III (731-741) cambió la fecha del 13 de mayo al 1 de noviembre. Este cambio se dio por la conversión al Cristianismo de pueblos de tradición pagana.

Sobre el origen del Día de los Difuntos, añade que se encuentra en el año 998, cuando fue instituido por el monje benedictino San Odilón de Francia. Esta celebración que tiene lugar el 2 de noviembre fue adoptada por Roma en el siglo XVI y a partir de entonces comenzó a rememorarse entre los católicos de todo el mundo.

La celebración se basa en la teoría de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica; sin embargo, se les puede ayudar a conseguirla con rezos y misa.

FESTEJOS, TRADICIONES Y VIOLENCIA

Mucha gente en nuestro país, espera que íconos de moda como dráculas, vampiros, brujas, zombis y otros monstruos dejen de irrumpir para dar mayor espacio a la celebración de Todos los Santos y Día de los Difuntos. Se desea también que plegarias a cambio de pan, “t'ant'awawas”, flores multicolores y música sirvan de marco el 1° de noviembre desde el mediodía (cuando se reciben a las almas) hasta el 2 de noviembre a la misma hora (cuando se las despide y ellas dejan este mundo terrenal).

Sin embargo, Halloween llegó a Bolivia hace años para quedarse y se debe convivir con esta festividad; pero haciendo respetar primero —para eso están el gobierno, la Iglesia Católica y la sociedad en general— el 1 y 2 de noviembre, fechas que no sólo se componen de leyendas, conocimientos transmitidos de generación en generación y de representación cultural; sino que logran que la población comparta sentimientos de identidad y respeto a la diversidad cultural.

La realidad actual de Bolivia muestra una sociedad que ante la crisis, elige no comprometerse activamente en una lucha que implique sacrificios significativos, como recorrer largas distancias para visitar los cementerios o encarar confrontaciones directas, como sucedió hace cinco años. Una gran parte de la población opta por lo más cómodo, participando en las celebraciones del 31 de octubre, acogiendo una festividad que proporciona entretenimiento y un escape. Al mismo tiempo, intenta conservar, aunque en menor medida, las tradiciones de Todos los Santos y Día de los Difuntos.

En este contexto, se observa un país que vive un “Halloween” continuo desde semanas atrás, lleno de temor, asedio y presión. A la par, emergen tres bloques en el panorama nacional: los seguidores de Morales, que imponen bloqueos; los de Arce Catacora, que se desligan de los problemas sociales y económicos enfrentándose al primero y —al medio— una población inerte que lidia con esta fragmentación que genera violencia (aunque parece sólo un show) sin tomar una posición activa.

Mirna Luisa Quezada Siles es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.