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xiste una cumbia que no pasa de moda. Su estribillo dice: “golpe con golpe yo pago, beso con beso devuelvo, esa es la ley del amor que yo aprendí…” interpretada por un cantante venezolano; la misma que ha vuelto a ser recordada en Bolivia a partir de este 26 de junio de 2024, cuando una tanqueta militar se estrelló contra la casa presidencial de Bolivia en La Paz, —donde no viven mas que unos cuantos guardianes del Batallón Colorados—, en una maniobra que fue contada por el gobierno socialista de Luis Arce como “un golpe de Estado”, narrativa que vuelve a salir “de emergencia”, como ocurrió en noviembre del 2019 cuando otro presidente socialista, Evo Morales, renunció voluntariamente ante la paralización del país que rechazaba un forzado cuarto mandato que llegaba de la mano de un fraude electoral, denunciado por veedores internacionales como la OEA.

Y como el socialismo de izquierda volvió al poder dejando fuera del cuadrilátero a la derecha capitalista de Jeanine Áñez, —luego salpicada por hechos de corrupción—, hoy, casi cuatro años después, los bolivianos parecemos vivir la letanía del Santo Rosario rezando todos los días, un “Señor ten piedad, Cristo ten piedad” contrarrestando el golpe con golpe yo pago: con el “Perdona a tu pueblo señor…” pues “de golpe” estamos cayendo al abismo, con un alza generalizada de precios de los productos de primera necesidad, amenazas de subidas de tarifas del transporte, escasez de medicamentos y marchas diarias de sectores que claman porque los políticos se pongan de acuerdo y el otro expresidente socialista, Evo Morales, se olvide de la primera parte de esta sonada canción de “golpe con golpe con yo pago” que dice: “Hicimos una vez , un pacto sagrado que además firmamos y luego juramos nunca disolver, que tú eras para mí, que yo era para ti, los dos para las buenas los dos pa' las malas por siempre hasta el fin…” que sin querer queriendo, como diría el Chavo del Ocho, se la dedica al actual presidente Arce, su escudero de la economía durante sus 14 años de gobierno y, juntos, responsables de haberse farreado casi los 14 mil millones de dólares de las reservas internacionales, dejando a este país en tocos, con 13 mil millones de deuda externa, 13 mil millones de deuda interna y con la nota en números rojos de “riesgo país” de las tres principales calificadoras de riesgo internacional: Moody's, Standard & Poor's y Fitch y que ven que esa “revolución intercultural” y el modelo de economía plural, llamado a articular un mejor país, NO DA RESULTADOS y en limpio, tenemos a la vista: la corrupción, el enriquecimiento de algunos sectores allegados a los cocaleros o de los clanes familiares y un país que vive en un Estado de anarquía y la desinstitucionalización.

Y estamos tan mal que ahora, en el 2024, un año antes de las elecciones generales, existen más precandidaturas que dólares: 13 en total, y urge un acuerdo nacional que nos de esperanzas para que juntos podamos salir a flote, inspirados en algunos países como China, que salieron de la crisis y hoy, se proyectan como la primer potencia mundial, luego que Deng Xiaping, en 1978, pronunciara un discurso que sirvió como política de Estado, “No importa de qué color sea el gato, lo importante es que pueda cazar ratones”, cuando dio un viraje del socialismo-comunismo de izquierda y pidiera fórmulas de economía a nada menos que la cabeza del capitalismo de derecha y su archienemigo, Estados Unidos, pues no quedaba otra, porque diez millones de sus 1.400 millones de habitantes habían muerto de hambre en el campo, siguiendo la llamada “revolución cultural” del comunista Mao Tse Tung, que dejó como resultado que de ideologías, discursos y canciones, nadie vive.

Es así que debemos recordar el discurso del presidente Víctor Paz, de “Bolivia se nos muere” porque es cierto y en vez de pelear con la Argentina, aplicar medidas de shock, del ultgraderechista, Javier Milei, y que nos den esperanza, achicando el aparato estatal, buscando alianzas público privadas, promoviendo el turismo y la agroindustria, entre otras; pues a pesar de todo, seguimos siendo un país que ha sido bendecido con plata, guano salitre, estaño, petróleo, gas y que a pesar de haberlos perdido, pisamos fuerte en el contexto mundial con nuestras reservas de litio y acero, para ser un país viable “del contraste armonioso” que cante “himnos de paz y de unión”, como dice nuestro himno.

Roberto Méndez Herrera es periodista y abogado.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.