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i bien los dirigentes del fútbol boliviano hicieron viable lo que era claramente inviable, desde el punto de vista del rendimiento físico, la capacidad deportiva de los jugadores, el ritmo trepidante de los partidos jugando cada 48 y 72 horas, somete a los equipos y a quienes los conforman en elementos humanos vulnerables que pueden estar afectando seriamente su respuesta competitiva para el próximo año.

Con tal de dar cumplimiento al rol de cotejos, no importa cómo y en qué condiciones acaben los clubes la gestión 2024, con tal de cerrar hasta fines de diciembre el torneo todos contra todos y así acabar con el cronograma establecido, confirmando a los campeones del año y definiendo los premios para jugar campeonatos internacionales en 2025. Por supuesto que esto conlleva los importantes montos económicos que se distribuyen en mayor y menor medida, pero que ciertamente representa una salvación para quienes atraviesan este 2024 por una aguda crisis financiera.

En 25 fechas disputadas hasta el momento de un total de 30, la presión por lograr objetivos es cada día más llamativa. La mayor parte de los equipos se juegan el futuro y hasta el destino, pues de no conseguir entrar en Copa Libertadores o Sudamericana, su porvenir se tornará realmente obscuro. ¡Vaya situación!

A eso debemos añadir que, en la parte inferior de la tabla de colocaciones, también juegan un interés personal quienes este año no tuvieron la suerte, ni la capacidad para generar una buena campaña, o peor aún, pagan el tributo caro de no haber tenido planificación y a estas alturas se dan cuenta del fracaso que representó participar en la División Profesional.

Qué obligó a la dirigencia de la Federación Boliviana de Fútbol a quedar obnubilada por 3 partidos de la Selección Nacional y cambiar irresponsablemente lo que estaba definido, arruinando toda una agenda elaborada, para apurar como sea el desarrollo de los encuentros, sin importar las consecuencias que amerita tener un fin de gestión vistoso, coordinado y emocionante, finalizando como se debe un año deportivo que ya tuvo tropiezos por distintos motivos a lo largo de los pasados meses.

Hoy todos tratamos de elaborar el fin del torneo, buscando confeccionar un fixture sensato y nos damos cuenta que es imposible. Así como se van generando los resultados en las fechas jugadas hasta el momento, aparecen las probabilidades futuras y las llamadas “casuísticas” que no deben ser ignoradas. Sobre todo, porque se trata de respetar a cabalidad el reglamento de campeonato.

No hay fechas disponibles, el círculo se va cerrando y es poco probable que se pueda terminar la temporada 2024 con algo de holgura en los tiempos. A este paso y como van las cosas, nada raro que decidan jugar en Nochebuena y que el feriado navideño sea apto para programar el complemento de una fecha del calendario deportivo.

Suena a chiste, pero ya pasó en el fútbol boliviano, que los jugadores tengan que estar concentrados en estas fechas para jugar partidos. No nos debería sorprender, pero es ciertamente lamentable y que a nadie le suene como campana la cabeza sabiendo que de repente nos les quedará otra. ¿Se puede creer?

¿Dónde queda el sentido común y el respeto a los clubes, a los jugadores y sus familias? Por supuesto que también al aficionado al fútbol, que es quién tiene que velar su presupuesto de fin de año y tomar la decisión de: pensar en la familia, las necesidades del hogar, lo que demanda la Navidad y la espera del nuevo año. Las obligaciones laborales del fin de gestión, incluso las vacaciones programadas; en fin, todo.

En la evaluación del día a día de competencia, claramente vemos que no se han hecho bien las cosas. Hoy el torneo de la División Profesional es una carrera incierta y desgaste abrumador que no se sabe cómo y en qué condiciones finalizará, peor cuándo. Lo que sí sabemos es que acabará como sea.

Ojalá la situación obligue a la dirigencia a replantearse el trabajo de organización, pensar bien una planificación acorde a las actividades programadas; al trabajo de la Selección Boliviana y los compromisos oficiales por eliminatoria el 2025, elaborando un calendario inteligente, bien estructurado, con la premisa que nuestro fútbol sea atractivo, lindo, competitivo y no represente un suplicio de barco a la deriva a punto de someterse a un naufragio inminente en este ya conocido “mar de incertidumbres”.

Gonzalo Gorritti Robles es periodista deportivo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.