n este breve análisis, a pesar de que es todo un misterio el proyecto de ley del Presupuesto General del Estado (PGE) 2025, incluidos los recursos destinados a la subvención a los hidrocarburos, que no es lo mismo que a los carburantes (gasolina y diésel), como se observó en varias declaraciones e informes de algunas de autoridades gubernamentales, se ha notado un incremento importante tanto en lo presupuestado como en lo ejecutado o gastado efectivamente para tal efecto.
El año 2021 se había presupuestado $us 439 millones para la subvención a los carburantes, pero para este 2024 se presupuestó un monto de $us 1.429 millones, observándose un incremento en un 225% en estos últimos 4 años. Sin embargo, en todos estos años, lo ejecutado o gastado para esta subvención fue mayor a lo programado. En 2021 se gastó aproximadamente $us 190 millones más, con un aumento de aproximadamente 44%. En 2022 se gastó casi 2,5 veces más de lo presupuestado y el año pasado se erogó un 66% más de lo que se había planificado por el gobierno nacional.
Para este 2024, si bien no ha acabo aún, pero si nos basamos a lo que indico el ministro de hidrocarburos, Alejandro Gallardo, el cual informo que se gasta al menos $us 56 millones a la semana para la subvención a los hidrocarburos, nosotros estimamos que el gasto total este año estaría alrededor de los $us 2.912 millones, lo que representaría $us 1.483 millones o un 104% demás a lo presupuestado para esta gestión.
Esto representaría (de manera estimativa) un crecimiento del 361% entre lo gastado efectivamente en 2021 y lo que se gastará posiblemente este 2024, en base a fuentes oficiales.
Si bien no se conoce aún el monto exacto de cuánto se destinará a la subvención de carburantes para el 2025, en base a las tasas de crecimiento de sus presupuestos desde el 2021 al 2024, se estima que la cifra para el próximo año será mayor a los 2 mil millones de dólares, proyectándose un monto de $us 2.129 millones, el cual posiblemente sea un 49% mayor al de este año.
Evidentemente el Estado boliviano no solo requiere cada vez mas divisas para importar, sino que también más moneda local para mantener la subvención, principalmente de diésel y gasolina.
Finalizando este breve análisis, se prevé que continúen los problemas derivados de una subvención a los carburantes cancerígena para la economía nacional como también el desabastecimiento en diésel y gasolina, como consecuencia de una muy limitada sustitución de importaciones, pero sobre todo por la insolvencia e iliquidez del Estado boliviano en términos de divisas (dólares estadounidenses) para pagar a sus proveedores internacionales. El tema de fondo no es que solo producimos poco de los carburantes que consumimos, sino que tampoco tenemos los dólares suficientes para importarlos, parte de una crisis estructural entre lo fiscal y lo hidrocarburífero.
Si bien se buscar revertir en algo esta situación con la “liberación” de la importación de carburantes, es una medida coyuntural y limitada en su eficacia, dada las actuales condiciones. No hay hasta la fecha ninguna empresa que haya solicitado los permisos para importar diésel y/o gasolina, tal como lo indico el mismo Ministro de Hidrocarburos.
Aunque importemos con regularidad, sea desde del Estado o los sectores privados, esto seguirá acarreando las graves consecuencias que se deriva por tener carburantes subvencionados (lo más baratos de la región), que, de hecho, alrededor de un 40% de lo que importamos se va al contrabando, actividades ilícitas y uso para autos indocumentados.
Mientras no se implementen políticas y medidas integrales y estructurales, estos problemas serán recurrentes, donde las trabas financieras y energéticas del país nos pueden empujar al default, crisis de balanza de pagos, devaluación y mayor inflación de las vistas hasta ahora, donde consumir nuestro propio gas natural podría ser parte del pasado.
Luis Fernando Romero es economista y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.