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xígeno para Eidy, oxígeno para la mamá hormiguera, para la puma, para la osa perezosa, y para todos los que perecemos, por falta de oxígeno puro, debido a la maldita dictadura del MÁS, que agobia a Bolivia desde el 2006.

Eidy Roca, fue parte del gabinete transitorio de Jeanine Áñez. Fue ministra de Salud. Los masistas la han involucrado en el caso “Respiradores chinos”. Irónicamente a ella le falta oxígeno. Le practicaron una traqueotomía hace unos días, porque ya no puede respirar por sí misma. Ella tiene Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). Dependía de un tanque de oxígeno en su domicilio, pero ya no le abastece.

No puede hablar, no puede defenderse. No puede decir esta boca es mía. "El problema de mi hermana es el problema de base, problema de la ELA, asociada a otras. Estas dos enfermedades se alimentan del estrés y el sufrimiento que en este momento está teniendo mi hermana a consecuencia de un juicio injusto, pues está provocando desastres en lo que es su salud física y su salud mental", afirmó su hermana Lady Roca.

Tampoco respiran las mamás de los ositos, de los pumas, de monitos, tucanes y miles de millones de insectos —todos útiles para la vida— que han muerto masacrados y consumidos por el fuego provocado intencionalmente, por los masistas y sus cómplices, en la Amazonia boliviana.

Eidy Roca se encuentra en etapa terminal. Pidió que la retiren de la acusación formal por su estado crítico, que cese de manera inmediata el arresto domiciliario y el arraigo que tiene como medidas cautelares para viajar a Argentina en cualquier momento para continuar su tratamiento médico y que se notifique a la Dirección Nacional de Migración, para poder viajar.

Pero, ¿adivinen… qué? Miguel Ángel Flores Orihuela, juez segundo de sentencia de La Paz, afín al MAS, aún sigue analizando el caso. Ni siquiera ha escuchado el pedido del Ministro de Justicia, Iván Lima, para que esta exautoridad sea apartada del denominado ‘caso respiradores’ por un acto de humanidad.

Flores es sordo del alma. No escucha ni siquiera a la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados que solicitó, a través de una resolución, que, por “razones humanitarias”, Roca sea apartada de este caso.

Se hace muy claro que la gestión gubernamental, provenga del Legislativo, del Ejecutivo, o del Judicial, es definitivamente criminal. Se pasa por el forro, la demanda solicitada por humanidad, como en el caso de Roca, o de impedir los chaqueos, que favorecen la ampliación irracional de la frontera agrícola para ganadería, soya o palma africana.

Ya no hay los “¡basta!” proferidos por los influencers, que hace años rogaron para que cesaran los incendios.

Ya nadie defiende a la tierra devastada y sin oxígeno del oriente de Bolivia. Ya no hay oxígeno financiero que levante al aparato productivo nacional formal, de empresarios, de emprendedoras, de la caserita de la esquina o del heladero de la plaza.

Ya no hay un Estado de derecho, que nos defienda de los corruptos, de los narcotraficantes, de los asesinos, de quienes ahogaron en laberintos judiciales a José María Bakovic, o a Marco Antonio Aramayo Caballero, exdirector del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino, quien fue sometido a excesos de violencia, golpes con objetos contundentes, exposición a agentes químicos mientras era inmovilizado, obligación de desnudarse y varias otras torturas biológicas y psicológicas.

Así que la duda no cabe: vivimos en una dictadura disfraza de democracia. Quien se anima a decir esta boca es mía y a defender (se) lo buenamente justo, simplemente lo callan.

Persecución y terror, son ahora el nombre y apellido del MÁS.

Mónica Briançon Messinger es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.