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Cierto que es una desgracia nacer en este lugar donde parece delito que la mujer sepa hablar, todo para ella es proscrito aún el raciocinio (raciocinar) pues por pedante la han de tener y solo ha de aprender el guisar… el costurar bastante bien y arreglar el comedor por más talento que tenga y el hombre aunque tonto no ha de ser hombre y ha de estudiar, no se entiende…”, eso dijo Modesta Sanginés, en 1880.

Tantos años después y muy poco ha cambiado en el panorama boliviano.

Probablemente varias otras Modestas, Adelas (Zamudio), las Esildas (Villa), las Domitilas, (Barrios) deben estar revolcándose en su tumba, al saber que sus luchas, poco han calado en el trato a la mujer en la vida cotidiana.

Si bien ellas, y otras, han sentado las bases para la famosa paridad política, o para que se instauren leyes de protección a la mujer, el día a día es diferente. Violencia doméstica y feminicidios, están a la orden del día.

La Fiscalía General del Estado, a través del fiscal Superior de Vida y Personas, Sergio Fajardo Flores, presentó un informe que registra 60 casos de feminicidio en Bolivia hasta el 30 de septiembre de 2025.

Por otro lado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) indicó que, en 2022, un hombre en un puesto alto administrativo ganaba unos Bs 23.000, mientras que una mujer recibía Bs 17.000 por el mismo puesto. Para el 2025 la brecha salarial es mayor.

Trabajamos mucho. Llegamos a casa y tenemos que seguir trabajando, porque como decía Modesta, de la mujer se espera que sepa guisar, costurar y arreglar el comedor. Ponte a pensar en esto: A muy pocos hombres se les pide que cuando lleguen del trabajo, cocinen, aseen, planchen y barran. A ninguno se les pregunta ¿Oye cómo haces para equilibrar tu vida laboral con tu vida familiar?

Pero es una pregunta recurrente que se hace a grandes ejecutivas.

¿Por qué una mujer tiene que ser equilibrista?

O tiene que aguantar torturas sociales como esas de ¿para cuándo el matrimonio, para cuándo el primer nieto, para cuándo el segundo, para cuándo la cirugía que te elimine los rollitos, para cuándo el gimnasio, para cuándo el trato con el cuñado comerciante y venderle su arroz y su aceite, sin pago?

No podemos permanecer solteras “for rever”, o andar sin sostén. No podemos ser chifleras sanadoras, curanderas, o las del rostro moreno en revistas internacionales; sin que nos cuestionen lo que hacemos y lo que somos.

Así que este 11 de octubre, donde celebramos el día de la mujer boliviana, en honor a doña Zamudio, pregúntate cómo puedes, desde donde estés, impedir el agrandamiento de la brecha salarial, o el incremento de los feminicidios.

Mientras tanto, nosotras seguiremos siendo las “modestas”: las que no levantan la voz porque podrían parecer insoportables, las que no reclaman aumento porque sería poco mujeril, las que no opinan en reuniones para no parecer mandonas. ¡Qué lindo país donde el silencio sigue siendo una virtud femenina y el machismo un patrimonio cultural inmaterial!

Quizás pronto nos otorguen un premio nacional por nuestra capacidad de hacer malabares: cocinar sin dejar de trabajar, criar sin dejar de producir, sonreír sin dejar de doler. Debería llamarse “Medalla a la Mujer Equilibrista”, con cinta rosada y aroma a detergente. Y claro, sin derecho a discurso, no vaya a ser que se nos ocurra decir algo inconveniente.

Seguro el 11 de octubre, volverán los homenajes: las flores de plástico, los spots con música heroica, los políticos que hablarán de “igualdad de oportunidades”. Nosotras sonreiremos para la foto. Después, apagaremos el televisor y seguiremos haciendo lo que mejor sabemos: sostener un país entero desde el silencio, con las manos llenas y el reconocimiento vacío.

Porque en Bolivia, ser mujer sigue siendo el trabajo más antiguo, más duro y, por supuesto, el peor pagado del mundo.

Mónica Briançon Messinger es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.