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E

n el museo Morgan de Nueva York apareció una desconocida e inédita composición del artista polaco, Frédéric Chopin, con una data de más de 200 años de antigüedad.

La pieza tiene 48 compases con una repetición, por lo que tiene una extensión de 80 segundos. Está escrita en la tonalidad de La menor, además de marcas dinámicas inusuales, incluyendo el triple forte cerca del comienzo.

Para dar a conocer la pieza, el museo solicitó al pianista chino Lang Lang que la interpretara, dándola a conocer al mundo.

Esta noticia ha conmovido a los fervientes seguidores del compositor polaco, tal como sucedió, hace unos meses, cuando se descubrió una partitura inédita del genial Wolfgang Amadeus Mozart.

Para los melómanos, toda nueva obra, es digna de ocupar las portadas de los periódicos, y ser noticia que abra los informativos, sean digitales, televisivos o radiales.

El descubrimiento de la partitura de Chopin es sumamente relevante en el ámbito de la música clásica y la historia de la música por varias razones: Un hallazgo de esta naturaleza tiene un gran valor cultural y patrimonial. Este tipo de descubrimientos enriquece el patrimonio musical global y aporta valor a los archivos de instituciones dedicadas a la música clásica y a la preservación de la obra de Chopin. Para los pianistas y directores, el acceso a una nueva obra de Chopin representa la oportunidad de explorar y presentar algo fresco al público. Esto también puede llevar a nuevas grabaciones y ejecuciones en vivo, reavivando el interés por Chopin y su legado musical.

Este tipo de descubrimientos son raros y, en el caso de Chopin, pueden tener un impacto significativo, pues se trata de uno de los compositores más estudiados y apreciados del repertorio clásico pianístico.

En cambio los políticos, pasados, presentes, y espero que no futuros, que pululan en la mente de los bolivianos sean como la mosca en la sopa e impiden que nuestra óptica se expanda. Es inevitable verlos, y sentir cómo enturbian con su presencia cualquier conversación, por más banal que sea. Cualquier hijo de vecino, desde los 5 hasta los 99 años tiene una opinión sobre lo que sucede, políticamente hablando, de lo que acontece en Bolivia, porque tenemos moscas en abundancia.

Hoy la mosca/payaso político, caprichudo y manido de un discurso a favor de los pobres y de los humildes, ha mostrado su verdadero rostro: es oscuro y cruel. E impide que, precisamente, los pobres y los humildes se ganen el pan de cada día, con sus bloqueos antojadizos.

Así que prefiero dejar de lado a la mosca en la sopa, y que mis reflexiones viren a Chopin, cuya partitura podría mostrar técnicas o ideas armónicas nuevas.

Esto ayudará a los músicos e historiadores a comprender mejor cómo influyó en compositores posteriores y cómo expandió el lenguaje pianístico.

Y para la mosca… pues un aplauso.

Mónica Briançon Messinger es periodista y ecologista declarada.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.