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n el corazón de Sudamérica, Bolivia experimenta una silenciosa pero profunda transformación de su ecosistema emprendedor, donde la tradición y la innovación tecnológica convergen para crear un panorama empresarial cada vez más diversificado. Este fenómeno dual, manifestado en la coexistencia de modelos empresariales tradicionales y digitales, representa tanto un desafío como una oportunidad para la economía boliviana.

La composición sectorial del emprendimiento boliviano refleja una economía en transición. La gastronomía domina claramente el panorama, concentrando el 34% del total de trabajadores en industrias creativas, un sector que experimentó un crecimiento exponencial en la era post-pandemia acompañado por una notoria elevación en los estándares de calidad. Le sigue la educación con 28.77%, evidenciando la creciente importancia de los servicios de conocimiento en la economía nacional. La moda y la artesanía completan este cuadro con 14.26% y 5.34% respectivamente, manteniendo viva la conexión con las raíces culturales del país en su desarrollo empresarial.

En paralelo, el sector tecnológico emerge con vigor renovado. El reciente Mapeo TIC 2024 documenta un crecimiento del 13% en startups tecnológicas, elevando su número de 147 a 167, un incremento notable para un ecosistema en formación. Dentro de este universo digital, las fintech lideran decisivamente con una participación del 32%, seguidas por emprendimientos edtech (16%) y eCommerce-Marketplace (10%). Este desarrollo representa apenas la punta del iceberg de un proceso de digitalización que, aunque incipiente en comparación con ecosistemas más maduros, avanza con determinación.

La distribución geográfica de este dinamismo emprendedor revela asimetrías territoriales significativas. Santa Cruz se ha consolidado como el polo emprendedor dominante, albergando el 41% de las startups del país, seguido por La Paz con 36% y Cochabamba con 16%. Esta concentración en el denominado "eje central" boliviano subraya la persistencia de desigualdades regionales en el acceso a oportunidades empresariales, con departamentos como Chuquisaca y Tarija manteniendo una participación marginal de 5% y 1% respectivamente.

El análisis de los modelos empresariales revela tres categorías predominantes que definen el panorama emprendedor boliviano actual. Las PYMEs tradicionales constituyen la columna vertebral de la economía, representando el 44% del PIB nacional y generando el 70% del empleo privado. Estas empresas, caracterizadas por estructuras organizativas verticales y modelos operativos convencionales, se encuentran inmersas en un proceso gradual pero inexorable de adaptación tecnológica. El hecho de que el 90% de estas organizaciones ya tome decisiones basadas en datos o esté considerando hacerlo ilustra esta transición paulatina hacia modelos más innovadores.

Las Tech PYMEs emergen como un híbrido fascinante en este ecosistema, incorporando componentes tecnológicos significativos mientras mantienen escalas operativas propias de pequeñas y medianas empresas. Este modelo intermedio ha encontrado un terreno particularmente fértil en el contexto post-pandemia, como lo demuestra que 3 de cada 10 PYMEs bolivianas ya desarrollen aplicaciones propias. La adopción de modalidades laborales flexibles constituye otra característica distintiva de este segmento, con un 40% de PYMEs operando de forma híbrida o remota.

En el extremo más innovador del espectro se ubican las startups, emprendimientos concebidos desde su génesis con una orientación tecnológica y aspiraciones de alta escalabilidad. Este segmento ha experimentado un crecimiento notable, permitiendo que Bolivia aparezca por primera vez en el Startup Ecosystem Index 2023. Su naturaleza disruptiva contrasta con la progresión más gradual de los modelos tradicionales, aunque enfrenta limitaciones derivadas del tamaño restringido del mercado nacional.

La pandemia actuó como catalizador de la digitalización transversal del ecosistema emprendedor boliviano, evidenciado en que el 86% de las PYMEs reconocen que este período aceleró sus procesos de transformación digital. Esta convergencia tecnológica está difuminando gradualmente las fronteras antes más definidas entre modelos empresariales, con PYMEs tradicionales adoptando prácticas digitales avanzadas y startups buscando mecanismos de colaboración con estructuras establecidas.

Para un país con mercado interno reducido como Bolivia, la proyección internacional de sus emprendimientos adquiere una relevancia estratégica. Varias empresas bolivianas, particularmente en el segmento tecnológico, han logrado expandir sus operaciones a mercados regionales como Paraguay, Perú, México, Chile, Guatemala y El Salvador. Casos emblemáticos como Envíos Pet, MOBI, DeltaX, Quantum, Sommos, Vaka, Yaigo y TuGerente demuestran que la combinación de innovación, adaptabilidad y visión estratégica constituye un factor diferencial determinante para trascender fronteras.

Esta internacionalización resulta crucial considerando la situación macroeconómica boliviana. Un país con endeudamiento externo significativo, equivalente al 60% del PIB, y un servicio de deuda del 3.3%, necesita imperativamente potenciar exportaciones no tradicionales para viabilizar su crecimiento económico. Las startups y tech PYMEs con capacidad exportadora emergen así como aliados estratégicos para la diversificación económica y el fortalecimiento de la balanza comercial del país.

El camino hacia la consolidación internacional para los emprendimientos bolivianos requiere definir estrategias claras: desarrollar productos a menor costo comparativo o generar propuestas diferenciadas con valor agregado distintivo. Esta segunda vía resulta particularmente prometedora para emprendimientos tecnológicos, donde la innovación puede compensar desventajas logísticas o de escala productiva.

El talento joven constituye un activo particularmente valioso en esta ecuación. Su energía, creatividad y familiaridad con tendencias globales representan ventajas competitivas para identificar oportunidades en mercados extranjeros. La combinación de este potencial humano con modelos empresariales cada vez más sofisticados y tecnológicamente avanzados podría catalizar una nueva etapa en el desarrollo económico boliviano.

El futuro del ecosistema emprendedor boliviano dependerá de su capacidad para integrar efectivamente esta dualidad entre tradición e innovación. La convergencia tecnológica observada sugiere un horizonte donde la digitalización no será un factor diferenciador entre tipos de emprendimiento, sino un componente integral de cualquier iniciativa empresarial viable. Esta evolución presenta tanto desafíos —exigiendo adaptación acelerada a empresarios tradicionales— como oportunidades para que emprendimientos innovadores capitalicen su ventaja comparativa en un ecosistema cada vez más receptivo a la transformación digital.

En su conjunto, el panorama emprendedor boliviano refleja una economía en plena metamorfosis, donde modelos empresariales diversos responden a diferentes necesidades y oportunidades del mercado. El éxito futuro del país dependerá de su habilidad para potenciar sinergias entre estos modelos, fortalecer mecanismos de apoyo para la internacionalización y cultivar ventajas competitivas que permitan a los emprendimientos bolivianos trascender las limitaciones de su mercado interno para brillar en el escenario global.

Marcelo Camacho Herrera es experto en startups y emprendimiento.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.