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tra estupidez del gobierno central: está buscando eliminar la resolución que protege al jaguar y su hábitat, emitida por el Tribunal Agroambiental, en abril pasado.

Esta resolución establece una "pausa ecológica" en áreas protegidas y reservas forestales. El Gobierno busca anularla. La Autoridad de Bosques y Tierra (ABT), el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) y el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAA) interpusieron tres recursos de casación contra la medida, que ordenaba la suspensión de quemas, chaqueos y actividades extractivas en áreas clave para la conservación del jaguar.

La diputada de Creemos, María René Álvarez, denunció este intento de levantar la pausa ecológica estaría vinculado a intereses políticos y electorales. “Es una estrategia del Gobierno para entregar tierras a cambio de votos y crear caos con incendios forestales que podrían inviabilizar las elecciones”, dijo.

La plataforma ambiental Ríos de Pie expresó su preocupación, calificando el recurso como un “retroceso en los derechos ambientales” que violaría el principio de no regresión y el derecho constitucional a un medioambiente sano. Alertaron que su aprobación reactivaría actividades extractivas e incendios en ecosistemas frágiles como la Amazonía, el Pantanal y el Ñembi Guasu.

Siento impotencia, porque eliminar la protección al jaguar equivale a declararlo enemigo.

Quisiera que más de nosotros apoyemos a la protección del jaguar a través de redes sociales, plataformas públicas y foros participativos.

Ojalá que las organizaciones conservacionistas y especialistas aporten evidencia científica y asesoramiento técnico para defender la protección del jaguar.

Y claro llamo a las autoridades a priorizar la protección del jaguar y la biodiversidad.

Pero he notado que la cojudez es un patrimonio nacional. Mientras me desgañito en éste y otros artículos que he escrito defendiendo al medio ambiente, veo a la ama de casa que contrata “al jardinerito”, para que se gane unos “pesitos” desmochando los árboles de su acera, porque en su estrecha mentecita queda la idea de que “en primavera va a retoñar más verdecito”.

La desinformada, no se da cuenta que ese árbol está sufriendo porque se ha quedado sin pulmones (hojas) y sin ramas. Y como ella hay miles, como los encargados de áreas verdes municipales, en todo el país, desmochando árboles tal como lo hacen las amas de casa.

El medio ambiente, es sólo una linda foto en Instagram, o un paseo dominical a la punta del cerro (aún verde), pero no es un compromiso.

Bolivia quiere seguir quemando. Deforestando y envenenando ríos.

Bolivia, es un país donde la multa por fogata en San Juan es de Bs 1.400, pero por hectárea incendiada de bosque es Bs 400. Quizás lo más sensato sería entregar al jaguar su carnet de enemigo interno. Que lo vigilen, lo intercepten, lo judicialicen. Que lo acusen de terrorismo ecológico, de alterar la paz ganadera y de conspirar contra los chaqueos patrióticos. Al fin y al cabo, el gran felino no tiene sindicato, no da entrevistas ni puede defenderse en las redes sociales. Ideal para culparlo de todo sin que chiste.

Y por supuesto, también podríamos imputarle otros delitos: competencia desleal con el hombre en zonas agrícolas, desacato a las decisiones del Ejecutivo y reincidencia en habitar territorios que ya fueron prometidos en campaña. Total, si hay funcionarios que creen que los árboles se podan a machetazos y que los ecosistemas se regeneran con discursos, ¿por qué no declarar al jaguar una amenaza nacional? Un buen enemigo es aquel que no vota y no tiene padrino.

Mónica Briançon Messinger es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.