
n base a la última información presentada por el Ministerio de Planificación del Desarrollo, en su “Rendición Pública de Cuentas Final - Gestión 2024”, se determinó que la ejecución presupuestaria de inversión pública en Bolivia en la gestión pasada fue apenas del 50%, considerando que se tenia un presupuesto vigente de $us 4.841 millones y solo se ejecutó un monto de $us 2.430 millones. Ahora, si se considera el presupuesto aprobado (en el PGE 2024), la ejecución llegaría a un 57%, ya que se había programado una inversión pública de $us 4.274 millones.
En 2023, la ejecución presupuestaria en inversión pública fue del 66%, considerando el presupuesto aprobado de $us 4.006 millones, pero si consideramos el presupuesto vigente, $us 4.666 millones, solo se habría ejecutado apenas el 57%. En 2024, no solo descendió el porcentaje de ejecución presupuestaria respecto al 2023, sino que también el monto ejecutado, de Bs 18.233 millones en 2023 a Bs 16.671 millones durante en 2024, es decir cayó en un 9%.
La ejecución presupuestaria por sector económico también fue baja, tomando en cuenta el presupuesto vigente por cada uno de ellos en 2024. En el caso del sector productivo solo fue del 39%, en el sector social fue del 56%, en el caso de infraestructura fue de un 70% y finamente el multisectorial tuvo un 50%. Evidentemente, una menor inversión pública limita el crecimiento económico del país, la inversión privada, la generación de empleo y, por ende, las posibilidades de mejorar las condiciones de vida de la población.
Finalmente, en los últimos años la tendencia de la ejecución presupuestaria en inversión pública de Bolivia fue a la baja, sobre todo por problemas de solvencia y liquidez en el sector público que crecieron gradualmente a medida de que los ingresos hidrocarburíferos fueron bajando. Sin embargo, al parecer, se aplicó una política “austera” en la inversión pública para tratar de reducir o al menos evitar que se eleve más el déficit fiscal del SPNF en cada gestión, el cual fue del 12% del PIB el año pasado. Seguramente, si es que hubiésemos “gastado” más en inversión pública en 2024, el déficit hubiera sido mayor.
“Una de cal y otra de arena”. Sin embargo, no es buena noticia que gastemos menos en un factor clave para nuestro crecimiento económico, inclusivo para este modelo económico que se sustenta en un gasto fiscal elevado y un mercado interno polentoso, que actualmente esta endeble, donde hay serios problemas financieros hasta para importar carburantes, donde posiblemente este año nuevamente se sacrifique la inversión pública para controlar el déficit fiscal o incluso reorientar sus recursos para gasto corriente.
Luis Fernando Romero es economista y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.