e cuento mi línea de tiempo respecto al Censo:
En julio de 2022, con el comité editorial de la revista Cuarto Intermedio, decidimos dedicar parte del número 131 al Censo. Invitamos a dos expertos para que escribieran sobre el tema. La estadígrafa Carmen Ledo habló sobre la Importancia del Censo 2022, como insumo para la Planificación del Desarrollo, y el sociólogo Juan Carlos Núñez sobre La ruta hacia el Censo 2022.
El 18 de octubre de ese año presentamos ese número de la revista en Santa Cruz, en un evento llamado “¿Y qué pasó con el Censo?” Fue coorganizado por ANF, Revista Cuarto Intermedio y La ruta de la democracia. Yo fui la moderadora. Expusieron Juan Carlos Núñez, de la Fundación Jubileo, la ex directora del Instituto Nacional de Estadística, Melvy Vargas, y Horst Grebe. Al final hubo un conversatorio: El Censo en el centro del debate y la agenda pendiente para la sociedad civil. El clima era hostil y ya habían decidido, dijeron los participantes, irse al paro indefinido, reclamando por la realización del Censo en 2023, ya que no se hizo, tal como se había previsto, el 16 de noviembre de 2022.
Cuatro días después, y durante 36 días —del 22 de octubre al 26 de noviembre— Santa Cruz entró a un “paro indefinido”, convocado por el Comité Interinstitucional que si bien, no logró que el Censo sea en 2023, logró que se apruebe, en la Cámara de Diputados, una normativa que estableció que el Censo se hiciera en 2024. El paro provocó una pérdida económica de $us 1.200 millones a la ciudad.
Escribí sobre esto el 8 y el 22 de noviembre. Me acusaron de estar obsesionada y de jorobar con “el temita”. Pasé, entonces, el 2023 sin mencionarlo. Sólo tuve el dato único importante: el Censo se realizará el 23 de marzo de 2024.
Así, llegamos al 2024. A inicios de año, pidieron a los vecinos de mi zona capacitarse para ser censistas, ya que, según dijeron los dirigentes zonales, “quedábamos en riesgo de no ser contados, y que el barrio fuese excluido de los planes municipales para futuras mejoras e inversiones”. Era una gran mentira, pero igual me animé a ser censista voluntaria,
Madrugada de por medio, así como capacitaciones virtuales y presenciales, llegó el gran día. Me enfrenté a varios casos donde no me quisieron dar los datos solicitados en la boleta censal, debido al veneno vertido por “opinólogos”, especialmente de Santa Cruz, que pedían no responder a los censistas. Anécdota al margen para el (mal) uso de redes sociales sin calidad informativa.
A finales de agosto de 2024 se dieron a conocer los resultados preliminares del Censo. Santa Cruz “apareció” con menos de un millón de personas de las que supuestamente debería tener. A raíz del resultado, nada favorable para los cruceños, se están produciendo movilizaciones y marchas en contra de los resultados. Dicen que el Censo es un fraude. ¿Se entienden los sucesos en la línea de tiempo?
Preguntas en tiempo presente ¿Le metemos de nuevo al paro, pidiendo mejores resultados, y, por ende, perdiendo más dinero con esta medida? ¿Hacemos un nuevo Censo? ¿Nos metemos en una pelea campal y nos agredimos?
O finalmente vemos el problema en su real dimensión y la oposición se une, y en 2025 saca al masismo del poder y ¿hace otra Bolivia? Eso da para otra crónica.
Mientras tanto, tengo unos números que sí les pueden interesar. No se perdió 1 millón de personas, estamos perdiendo más de 4 millones de hectáreas con los incendios en la Amazonía. Salvémosla mientras aún queda algo. Tener un millón más de personas, no es lo mismo que perder tanta tierra, es ser PERDEDORES, así con mayúsculas, porque esa tierra se ha perdido para siempre. Y no, hoy no es un día nublado, es humo que respiras porque tu país y tu región siguen bajo fuego.
Mónica Briançon Messinger es periodista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.