espués de un par de días muy polémicos, debido a la nueva normativa del BCB que, mediante el artículo 1 de la Resolución de Directorio Nº 148/2024, modificaba el articulo 11 de la ley 1503, disponía que el total de reservas podría ser invertido en el exterior, determinaba que el BCB debía mantener un mínimo de 22 toneladas de reservas de oro, pero a ser “computables” o demostrables 2 veces al año. Disponía que “en función” a las condiciones de mercado y liquidez de divisas de las Reservas Internacionales Netas (RIN), el BCB iba a tomar las acciones necesarias para reponer las reservas de oro.
En fin, el 8 de noviembre, el BCB dio de baja a dicha resolución, para evitar especulaciones, y acusó a ciertos analistas (u opinadores) de desinformar al respecto, sobre todo por la posible venta de nuestro oro, por encima de lo permitido por la ley. Es ahí, que debemos recordar lo que indica la ley 1503 y su R.D. 070/2023, que en realidad ya indicaban que las reservas de oro iban a ser computables semestralmente (sin fechas), y que de manera cuatrimestral el BCB informaría sobre las operaciones con reservas de oro a la ALP.
Más allá del tema normativo y la interpretación analítica, la realidad es que el BCB no cumplió a cabalidad con lo que decía la Ley del Oro: fortalecer las RIN. Una simple comparación establece que en abril de 2023, las RIN acumularon $us 3.158,3 millones. Dicho valor cayó en un 38% hasta el 7 de noviembre de 2024. Otro dato, a partir de la Ley 1503, es que se ha monetizado (vendido) 32,97 toneladas de nuestro oro de reserva, pero simplemente se han comprado 14,92 toneladas de oro fino en el mercado interno, lo cual representa el 0,45% de lo que hemos vendido. Y, de hecho, este oro fino, no se considera como reserva de oro, como lo indica la misma ley. Es decir, poco y nada hemos “repuesto” de las reservas de oro que hemos tranzado en los mercados internacionales.
En mayo de 2023, previo a la implementación de la Ley del Oro, teníamos 42,50 toneladas en reservas de oro. El último dato, a agosto de 2024, indicaba que teníamos 22,37 toneladas, denotando una caída de un 47% durante la aplicación de esta normativa que no esta cumpliendo a cabalidad sus objetivos. Tenemos menos oro a favor del Estado boliviano, ya que el mismo se vendió para financiar el gasto corriente gubernamental, principalmente para el pago del servicio de deuda externa y la compra de carburantes, tal como lo dicen los propios informes del BCB.
Un dato no menor es que, en su último informe, el BCB incluye en las reservas de oro también al oro en proceso de refinación (0,92 ton.), el cual según la normativa vigente no debería tomárselo en cuanta, tal como indica el articulo 11 de la R.D. N° 071/2023. En todo caso, si esto fuera verdad, tendríamos menos de las 22 toneladas en reservas de oro exigidas por normativa vigente, solo 21,45 toneladas.
La pasada semana, en conferencia de prensa, el BCB indico que tenemos en reservas de oro un valor de $us 1.914 millones. Si tomamos en cuenta el valor de mercado actual de la onza troy que está cerca a los $us 2.631, estaríamos observando que son aproximadamente 20,61 toneladas. Sin embargo, esta cifra no es concluyente, solo un estimado, aunque nos deja la duda. Es importante que el BCB indique cuánto en valor ($us) y en físico (toneladas) tenemos en reservas de oro a favor del Estado boliviano, solo así evitaremos mayor incertidumbre y expectativas negativas en nuestra economía.
Si bien nuestras RIN crecieron en un 3% entre agosto y noviembre, todos sus componentes decrecieron, sobre todo las divisas, en un 21%. El oro es lo único que realmente sostiene a nuestras reservas internacionales muy alicaídas, aumentaron en un 5% en su valor. Pero, según datos del BCB, no sería por que las mismas aumentaron en volumen, sino porque el precio del oro en el mercado internación ha roto récords históricos en este año. Eso es bueno y malo para Bolivia. Bueno, porque a medida de que el oro siga caro en el mundo, esto mantendrá el valor de nuestras RIN, lo que implica una estabilidad relativa pero frágil. Malo, porque tendrá un costo de oportunidad elevado para nuestra economía, ya que estamos vendiendo barato, reponer nos costará mucho más. Además, ante la necesidad de liquidez del gobierno de divisas, hay una gran tentación de monetizarlas, lo cual va al gasto y no a la inversión pública.
Finalizando, vender nuestras reservas de oro, no es lo más sensato para una nación subdesarrollada, menos en un escenario de crisis económica y política. Nuestras reservas de oro, administradas por el BCB, son activos estratégicos y clave para la economía nacional, son como un rompe olas ante shocks externos, entre ellos los financieros. Somos uno de los pocos países del planeta que las “estamos” vendiendo. Según datos de la WGC (World Gould Council), la corriente es sumar oro para los bancos centrales, a fin de garantizar la estabilidad macroeconómica, además de que el oro es un activo de mucha confianza por excelencia, inclusive por encima de cualquier divisa y, para rematar, su valor tiene una tendencia a subir en los mercados internacionales.
Sin duda, vender nuestro oro es una solución coyuntural y a corto plazo para paliar nuestra iliquidez, cumplir nuestras obligaciones (deuda, carburantes, otros) y “evitar un default o una crisis de balanza de pagos”, pero muy riesgosa a mediano y largo plazo.
Los posibles efectos negativos
a) Disminución de activos estatales clave a nivel macroeconómico, los cuales garantizan su estabilidad, además de la moneda nacional. b) Uso de las RIN (oro, divisas, DEG) para financiar el gasto corriente y no para invertir puede tornarse en una política económica riesgosa y viciosa, destinada a financiar el gasto publico a corto plazo, c) Presión inflacionaria a mediano plazo con devaluación y pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda. Debido a que el oro que se convierte en divisas para gastar (y no invertir), y no se reponga, es como quitarle el esqueleto a nuestra estabilidad monetaria. d) Menos reservas de oro, más desconfianza e incertidumbre antes los ojos del mundo. Y esto ya lo observaron los diferentes organismos internacionales de financiamiento como también las calificadoras de riesgo, crédito e inversión a nivel mundial. Bolivia con su crisis fiscal y cada vez con menos RIN, en divisas, sobre todo, y con riesgo a que su oro se monetice en su totalidad, afectaría notablemente no solo a nuestra estabilidad económica sino a futuras calificaciones, lo que cual luego se traduciría en menos inversión, créditos externos mas caros y consecuentemente menor crecimiento económico.
En conclusión, no es bueno “comerse el pan de mañana para no tener hambre hoy”. Se debe reevaluar cualquier política económica que pueda comprometer el futuro económico y social del país y de sus habitantes. Si bien tenemos serios problemas financieros, que se han evidenciado principalmente en este 2024 con el desabastecimiento de carburantes, escasez de dólares y una inflación creciente, es mejor ahora, “vender a la abuela y no sus joyas”.
Luis Fernando Romero es economista y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.