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n un fútbol lleno de desaciertos, carente de trabajo formativo, sin divisiones inferiores, sin perspectiva alguna de mejora mediática. Con clubes que sobreviven de manera estoica su situación económica, manteniendo sus crisis financieras año a año sin encontrar un atisbo de solución. Con torneos de división profesional desorganizados, anacrónicos, pues las fechas no se respetan y paralizan el rato que les parece con el pretexto de ceder jugadores a la Selección Nacional. Jugadores impagos durante meses; con un nivel de competencia paupérrimo. ¿Cómo podemos pedir detalles positivos?

¿Cómo pretender que los arbitrajes en los partidos de nuestro fútbol sean buenos?

Y es que, de tantas cosas negativas, el trabajo de los árbitros del fútbol boliviano es en este momento el punto más bajo.

A este nivel se ha perdido el norte hace mucho tiempo y encontrar soluciones rápidas es muy difícil, más no imposible.

Pongamos en contexto el arbitraje malo o deficiente en el fútbol profesional.

Un arbitraje malo se produce cuando el juez del encuentro toma decisiones equivocadas. Algunos ejemplos de errores arbitrales son: no pitar un penal claro, validar un gol en fuera de juego, retrasar las decisiones, sacar tarjetas amarillas sin un criterio único, etc.

Para ayudar hoy en día a los árbitros a evitar errores graves, se utiliza la tecnología. Desde el 2018, el VAR (recurso del video arbitraje). Sin embargo, muchos consideran que las sanciones a los árbitros por equivocarse son muy leves y en nuestro país ni siquiera existen sanciones.

En el fútbol moderno a nivel profesional, el equipo arbitral está compuesto por un árbitro principal, dos árbitros asistentes, un cuarto árbitro y 3 que manejan el VAR. En total 7 personas por partido; con el recurso tecnológico de las cámaras y todos los elementos, además de los cuales se han dotado por una normativa de la FIFA a quienes tienen a su cargo el control de las acciones de un partido. En 7 años de 4 a 7 personas se han incrementado para controlar los cotejos de fútbol e increíblemente los problemas por errores arbitrales no han cambiado; es más, van en aumento.

En el torneo de la División Profesional no hay un solo partido que no acabe con polémica arbitral y reclamos al juez del encuentro por su falta de conocimiento de las reglas, su total falta de carácter, su pésima forma de tomar decisiones, sus desatinadas interpretaciones a jugadas no convencionales que además terminarán incidiendo en el resultado de los partidos; lo que es verdaderamente alarmante.

A eso debemos añadir que deportivamente los árbitros del fútbol boliviano no tienen preparación física y si la tienen es tan pobre como su desempeño en la cancha. Limitados físicamente en relación a la exigencia del fútbol en el siglo 21. No imponen tampoco necesidades de carácter, personalidad, voz de mando. Menos respuesta psicológica ante jugadores enardecidos que les han perdido el respeto hace mucho tiempo y hacen con ellos lo que quieren, les dicen lo que les parece, los presionan, les gritan, los insultan y al final todo termina en un repudio pleno ante quienes tienen el trabajo de dirigir las acciones de un partido de fútbol.

En el análisis puro y objetivo, buscando criterios en cabeza fría, dejando de lado apasionamientos futbolísticos y desechando las críticas negativas o mordaces. Debemos decir que, así como a nuestros jugadores les falta formación y el conducto regular de la evolución deportiva: divisiones inferiores, crecimiento mental, competencia, desarrollo del talento, roce nacional, internacional, ritmo de actividad y afirmación del individuo deportista; lo mismo debe ocurrir con los árbitros.

Empezar con una formación general de capacitación sobre las reglas del fútbol y paralelamente ir dirigiendo partidos de división infanto-juvenil, categorías menores, intermedias y cotejos del torneo de ascenso. Campeonatos de asociaciones y la Copa Simón Bolívar (solo por dar ejemplos). Finalmente llegar a los partidos de la División Profesional.

Los árbitros son los responsables directos de la implementación de las reglas de juego, deben tener un nivel de condición física que les permita estar correctamente colocados, interactuar con los jugadores en el terreno de juego, que su capacidad y conocimiento les ayude en la toma de decisiones rápidas y certeras.

El equipo arbitral demanda dos necesidades condicionales durante el período preparatorio y la temporada regular:

Las pruebas físicas. Las demandas de competición.

Por un lado, durante el periodo preparatorio los árbitros deberán pasar un reconocimiento médico deportivo.

Posteriormente, tendrán tres convocatorias para la superación de las pruebas físicas (todo esto de acuerdo con el manual de formación de árbitros de la FIFA).

Por otro lado, las demandas físicas de los árbitros están interrelacionadas con la de los jugadores durante el mismo partido, siendo el objetivo final el control del comportamiento de los mismos y la correcta aplicación de las reglas de juego.

¡”Wow”! Mientras escribía este texto, de pronto me sobresalto y vuelvo de golpe a mi realidad, miro mis dedos en el teclado de la computadora y fijo la mirada en el documento y me doy cuenta que me refiero al fútbol boliviano, a sus problemas de fondo, forma y a la nula estructura que rodea a nuestro balompié.

Entonces digo: “Nada de esto hay, ni habrá, al menos de forma mediática. Tal vez algún día”. ¿Qué solución plantear a un tema tan preocupante y patético como el del referato nacional? Ojo, que no todos los árbitros son malos. Cito a Guery Vargas y a Raúl Orozco que marcan la diferencia.

De momento, la Federación Boliviana de Fútbol deberá dar cumplimiento a más capacitación fuera del país; al igual que contratar árbitros extranjeros hasta que todo esto mejore. De lo contrario este tema, seguirá siendo un terrible dolor de cabeza para todos.

Gonzalo Gorritti Robles es periodista deportivo.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.