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oy la Bolivia, la Bolivie, la Pachamama, la Madre Tierra, la mamá, la india, la sacrílega, la chola, la miss, la doñita, la secre, la emprendedora, la periodista, la feminista, la violada, la acusada, la hija predilecta de Bolívar, y hasta me cambiaron el género hace unos años diciendo que soy un Estado. El Plurinacional. Soy a la que le toca, cada 6 de agosto, celebrar mi cumple.

Esta vez celebro 199, por tanto serán 199 velitas en mi torta de cumpleaños. Tiene que ser uno bien grande, porque en uno chiquitito más que una celebración, será un incendio. Tal como los que cada año me provocan los mal paridos que habitan en este pedazo del planeta.

No se dan cuenta del daño que me hacen y a mis hijitos de cuatro y dos patas, que no poseen nada excepto su vida y se las quitan sin pena o vergüenza.

Odio que me quemen, que me perforen, que abran minas, y contaminen mis ríos.

Cuánto no quisiera celebrar mi cumple en paz. Sólo esito quisiera. Paz y serenidad para todos ustedes, los cerca de 12 de millones que me habitan son mis hijos.

Aunque les juro que a más de uno les haría caer una piedra en la cabeza, a ver si reaccionan y dejan de matarme.

Pero no lo hago. Así que les pido cositas sencillas como regalo. Edúquense en el campo sexual, para que la mitad de ustedes, las mujeres, puedan decidir si traerán bebés. Criarlos a ustedes, mis hijitos, ha sido difícil.

¿Sabías que cada día en Bolivia se embarazan como promedio 61 adolescentes y gran parte de los embarazos son producto de violencia sexual? Las mujeres que son mamás a temprana edad tienen menos posibilidades de estudiar o conseguir un buen trabajo.

Hablando de violencia, a julio de este 2024, según el Ministerio Público, hubo 51 feminicidios. Una cifra horrible.

Te paso otra: El Estado nacional interviene con más de 1.102 bomberos forestales los incendios. A ellos se suman miles de bomberos voluntarios (no tengo el dato exacto) que cada año van, arriesgan sus vidas y tratan de apagar el fuego que me consume. A ellos mi gratitud eterna.

Me encarno en la mamá de los olimpistas. Ésa que ha llevado a Guadalupe Torrez, a María José Ribera y a Esteban Núñez del Prado, a sus entrenamientos.

Soy la escritora, la poetisa, la anticuchera, la mocochinchera y todo lo que imagines, porque cada día me reinvento para darte cobijo, alimento y luz para tu espíritu.

Soy la Amparo Carvajal, de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos. Y también la María Galindo.

Lamentablemente tengo a otras hijas no tan buenas. Son esas “doñitas” que pagan Bs 20 para mutilar a los pocos árboles que quedan en las ciudades, y las desalmadas que tiran perritos y gatitos a la calle, porque ya no son bonitos.

Pero también soy la que ha fundado albergues para esos mismos perritos. La que cría muchos gatitos que nadie quiere.

Soy la que te pide, cada 6 de agosto, que cambies tu mirada. A ti el político de turno que dejes de enriquecerte con la corrupción y el narcotráfico, a ti que vives del agronegocio que vires tu mirada comercial a la economía naranja, a ti maestra de escuela que permitas la educación sexual libre de falsos moralismos y religiones y a ti, que me lees, que arregles tu acera, que plantes más árboles, que no abuses de la electricidad y consideres para mi próximo cumple, que el Bicentenario es sólo una palabra, mientras que cada día puedes hacer algo por este pedacito de tierra que te vio nacer.

Mónica Briançon Messinger es periodista.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad de la autora y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.