Imagen del autor
S

e trata de una convicción que nace de la evidencia. Recorriendo el territorio, conversando con su gente, admirando las potencialidades de nuestra cultura, historia y geografía, la suma de todo ello tiene un valor sencillamente explosivo. Al mismo tiempo, los titulares de los medios parecieran quieren hacernos renunciar por la indolencia que se revuelca en la bazofia del bloqueo.

¿Cómo podemos hacer que gane la racionalidad?

Más de una investigación repite que en Bolivia pueden ingresar 3.500 millones de dólares al año por concepto de turismo. Los 343 gobiernos locales y las 9 gobernaciones tienen en la parte declarativa de sus planes de desarrollo al turismo como un instrumento visibilizado para trabajar dignamente y generar excedente económico colectivo.

Y cuando este análisis se realiza en Chuquisaca y colocamos el Bicentenario de la independencia como telón de fondo, la realidad adquiere su verificación. El Bicentenario es un acto único, irrepetible y resulta siendo el instrumento para volver realidad la propuesta por tratarse de una posibilidad que no puede ser desaprovechada. Para apoyar la construcción, la Gobernación del Departamento ha creado el Gabinete del Bicentenario que tiene a su cargo la planificación y ejecución de actividades que coloquen en valor las potencialidades. Hay una Agenda de actividades permanentes y están construyendo una red de alianzas para hacerlas realidad. Después de comprobar los resultados preliminares del Censo, Chuquisaca tiene en el turismo sostenible una posibilidad real para recuperar la iniciativa en su desarrollo y colocar a su población en la ruta creadora de futuro. ¿Cómo lograr que esta realidad se convierta en un compromiso de trabajo colectivo?

Queda claro que son tres las acciones concurrentes y obligatorias que deben realizarse: la aprobación de políticas públicas nacionales, el desarrollo de capacidades de los actores locales y el compromiso social de modificar el modo de enfrentar los conflictos dejando de lado el bloqueo de ciudades y carreteras.

Las sociedades acuden a sus fortalezas más grandes en momentos de mayor tensión, conflictos más agudos y desesperanzas terminales. Y es en esos momentos en los que adquieren valor las alianzas más insospechadas. Existen dos datos que son imposibles de ignorar, la cantidad de emprendimientos económicos que están saliendo de Bolivia y el segundo, el flujo de gente jóvenes que están buscando oportunidades fuera de nuestras fronteras.

Están empezando a disiparse las humaredas por las lluvias y por estar acabándose el material inflamable luego de 10.000.000 de hectáreas calcinadas. ¿Será posible que la crisis económica y el dolor de la gente no formen parte de las variables que consideran la dirigencia política, reconociendo que la única forma de resolverla es con cohesión social y consensos?

Carlos Hugo Molina es abogado e investigador.

El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.