i apocalipsis, ni guerra mundial, ni el infierno que nos mandan los dioses, ni un castigo divino. Lo que estamos viviendo y soportando en el departamento de Santa Cruz es la acción irresponsable, sádica y ambiciosa del ser humano.
Esa ambición lo llevó a incendiar los bosques, contaminar los ríos, carbonizar a los animales, desplazar originarios de sus lugares a otras ciudades, si, ellos los incendiarios nos regalaron hace cinco meses poderosas lenguas de fuego, que no pueden ser apagadas ni sofocadas ni disminuidas. Avanzan y avanzan destruyendo, quemando, pulverizando lo que encuentran a su paso. Han propinado una herida de muerte a la Madre Tierra, Pachamama o como quieran llamarla.
Claro que estos hechos contundentes no es obra de un fenómeno extraterrestre, o de algún Lucifer que está metido en el monte o de un rayo que alguien mandó desde Marte o Júpiter. Tiene nombres y apellidos, son de carne y hueso, son hombres y mujeres a quienes les importó un carajo la vida y a la Madre Tierra para encender las chispas e irradiar el fuego en la región cruceña, fundamentalmente en el área rural. Ellos están allí, son reales.
Los incendios forestales no son un desastre natural, es un acto vergonzoso y trágico del ser humano, para quienes las leyes no les importan, porque saben los autores que el país donde viven, si bien tiene un montón de leyes, pero en la realidad no se aplican o con un poco de dólares, regalado en sobresitos o en QR al que le corresponde, ellos no entrarán a la cárcel, ni recibirán sanción alguna.
La situación está descontrolada. La ciudad de Santa Cruz cada día amanece inundada de humo, cada vez más denso y pesado, que seguramente afectará a la salud de los niños y de los ancianos. Ante ello, vamos a intentar algunas especulaciones filosóficas para afrontar desde la individualidad los efectos de esta tragedia del ser humano contra el ser humano.
En el entendido, que los miles y miles de ciudadanos inquietos no pueden ir a los lugares de incendios para colaborar con un balde de agua, lo cual puede ser peligroso, tomando en cuenta que hay gente experta para este trabajo, pero puedes hacer algo desde el lugar en que te encuentres y acá va la propuesta. Nuestro manual de supervivencia empieza a plantearle que no se desespere con el humo. Tampoco se encierre con su celular o tablet para tratar de conocer todas las noticias o informes que puedan ir proporcionando. Aunque luego debes saber usar la tecnología para la expansión de ser.
Maria Baghramian, filósofa iraní, en torno a la sobredosis de información que paraliza el conocimiento, nos dice que “cada uno de nosotros tiene ahora acceso a fuentes de información que coinciden bastante con nuestros prejuicios previos y, por lo tanto, no los cuestionamos (…) el problema, más bien, está en nuestra incapacidad de disponer de herramientas epistémicas adecuadas para distinguir entre información buena y «falsa» o engañosa”.
Para ello, toma un libro de filosofía o novela, cuento, poesía o de ciencia ficción, que te ayudará a sobrellevar el escenario gris que todos los días vemos y somos parte. Al fin y y al cabo nada es absoluto, ni caso cerrado. Si bien los incendios y el humo acabarán, pero ya los recordaremos en nuestros calendarios. Quería sugerirte dos libros, uno de filosofía y otro de literatura: Bruno Latour, “Dónde aterrizar” y de Dino Buzzati, “El secreto del bosque viejo”. Te garantizo que te gustarán y te calmará el alma.
Los médicos dicen beber mucha agua, bastante. Claro es imprescindible. Si ya el filósofo griego, Tales de Mileto, dijo que el primer elemento del nacimiento de la vida en el universo fue el agua y otro (Heráclito) nos dijo que “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”. Pues como podrás apreciar, con agua buscan apagar los incendios y con agua puedes sofocar tu calentura y el fuego que recorre tu cuerpo y tu ser, enojado e indignado por la actual situación, que llevó al gobierno a declarar desastre nacional, cuando ya murieron más de 10 millones de animales silvestres y se quemaron más de 7 millones de hectáreas de bosque.
Otra recomendación no te quedes callado, participa, opina, muestra tu alegría y tu malestar con una opinión precisa y actual. Para ello tienes a tu alcance las poderosas redes sociales y las debes utilizar. No podemos ser cómplices con nuestro silencio o apatía. El filósofo alemán Friedrich Nietzsche, nos decía: “Callar es peor; todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas”. Así que expulsa lo que piensas y lo que quieras que el poder se entere.
Y por último no busques culpables o apuntes al colla intercultural, al empresario agroindustrial, al menonita, al campesino, como los responsables de los incendios. Eso déjalo para las autoridades gubernamentales y para la justicia, deben hacer su trabajo. concéntrate en pedir respuestas claras y urgentes a la gran pregunta ¿Qué hacer? ¿Qué planes tendrán los ministerios, la gobernación y los municipios para evitar que este desastre sea otra vez el protagonista el 2025, así como lo fue este año, el 2023, 2022, 2020, 2019?
Y juntos busquemos alternativas a la pregunta que se vienen haciendo en varias partes del mundo, ante lo cual, no podemos quedar al margen, porque estos incendios le han hecho un grave daño a la tierra y sus seres vivos: ¿Cómo sobrevivir en el futuro?
Hernán Cabrera Maraz es periodista y filósofo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.