esde que Estados Unidos dejó de ocuparse por Latinoamérica, China aprovechó para establecer vínculos políticos, diplomáticos y comerciales con América Latina y el Caribe (ALC). Y sobre todo, por el interés de asegurar proveedores de materias primas, ampliar mercados para sus productos; hasta convertirse en el segundo socio comercial de la región, después de Estados Unidos.
El rápido crecimiento económico, la apertura al resto del mundo y su integración al comercio global, transformaron a China en un país influyente. Desde 1978, China pasó de la planificación estatal a una economía de libre mercado, abierta a las inversiones internas y externas y el desarrollo de su comercio exterior (opuesta a la política industrial estatal y el control de precios, vigente en otros países socialistas y comunistas).
La reforma económica fue un proceso planificado con el cual China salió de la pobreza extrema (quien tenía bicicleta se consideraba rico). Desde 1980, (con las reformas de Deng Xiaoping), China se ha convertido en una potencia, que actúa en sus relaciones con otros países bajo principios de respeto a la soberanía y la complementariedad, en contraposición a la tradicional cooperación condicionada de los países del norte.
La política de China ha provocado críticas al afirmar que los préstamos no exigen condiciones: fortalecimiento institucional, respeto a los Derechos Humanos y la lucha contra la corrupción, como sucede, por ejemplo, cuando la Unión Europea otorga apoyo financiero a los países de Latinoamérica.
Durante el periodo 2005-2010, los bancos estatales chinos prestaron a la región ALC más dinero que el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco de Exportaciones e Importaciones de EEUU, sumados los tres. China otorga préstamos a cambio de materias primas como garantía de pago. La ayuda China para la construcción y mejora de infraestructuras tiene entre sus objetivos apoyar la actividad primario-extractiva, (como son el oro y el litio). El año 2010, la Inversión Externa Directa (IED) alcanzó un monto de 15 mil millones de dólares, 90% de los cuales se destinaron a industrias primario-extractivas.
Desde entonces, la región se ha convertido en el segundo mayor beneficiario de inversiones directas chinas, Los datos actualizados al año 2017 incluyen a trece países latinoamericanos receptores de fondos, entre los cuales figuran: Venezuela, a través de 17 operaciones que recibió 62 mil millones de dólares; Argentina, con 10 operaciones 18 mil millones; Bolivia, con 11 préstamos recibió 3,5 mil millones de dólares; en total los trece países recibieron 170 mil millones de dólares.
Los intereses fundamentales de China en América Latina y los países del Caribe pasan por la importación de materias primas para su gigantesca capacidad industrial, y mercados comparativamente favorables para negociar sus manufacturas, equipos industriales y vehículos (hecho en China), y el apoyo diplomático que le permita incorporar a Taiwán a su territorio.
La República Popular China no se hace problema con los índices de inflación, primas de riesgo, riesgo político y otros conceptos que agitan a las calificadoras del mundo neoliberal, tampoco le da importancia al "default" (no pago). Tal parece que seguirá prestando dinero. Prueba de ello es el megapuerto de Chancay (el más grande de Sur América) que se acaba inaugurar en Perú, con una inversión china de 1.5 mil millones de dólares China quiere ganarse el favor de los países de Sur América mediante una estrategia que podría denominarse: “diplomacia de la ayuda”, o como opina Venezuela: "China es ahora un prestamista generoso". Mientras sus contiendas comerciales con Estados Unidos aumentan y se hacen más críticas, la geopolítica es asunto primordial para China, que en Bolivia tiene (escándalos de por medio), otro claro testimonio.
Fuente: Ensayo de José Carlos Hernández (1918) Libro: "De Mao a Xi"
Mario Malpartida es periodista.
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