l 2024 será recordado como el año de las mujeres, de las niñas y adolescentes. Pero, el año más negro, peligroso, violento y vergonzoso para los derechos de las mujeres. El 2024 ya está inscrito en la historia del feminismo como el año en que Bolivia lideró los altos índices de violencia de género, de violaciones y abusos sexuales, de trata y tráfico de personas, de uso de las mujeres para fines políticos y de la impunidad de los agresores, violadores y pedófilos, que, a pesar de los delitos cometidos, la poderosa justicia no les hizo ni cosquillas.
Hubo más mujeres asesinadas que el año pasado; hubo más mujeres golpeadas y maltratadas que en 2023; hubo más niñas y adolescentes abusadas sexualmente; hubo más mujeres que actuaron de carne de cañón para denunciar al adversario o proteger a sus jefes políticos. Hubo más descaro y más fracaso del discurso oficialista de que Bolivia es un Estado despatriarcalizado, que protege a las mujeres. Ese Estado plurinacional que en 2022 declaró como el año para erradicar la violencia hacia la mujer, hoy se ve sumido en la vorágine de hechos violentos, asesinatos, violaciones hacia quien puede ser nuestra hermana, tía, amiga, compañera, hija, nieta… o alguien cercano de un amigo y pariente.
Y los hechos están ahí presentes, gritando como heridas abiertas. Las denuncias de trata y tráfico, además de estupro contra Evo Morales, quien tuvo que movilizar a sus bases para un bloqueo de la impunidad; el juez Henry Sánchez que se agarró a besos con su secretaria en el plena audiencia y sin que se le mueva un pelo de vergüenza; el decano de Humanidades de la UAGRM, Alejandro Valverde, que pedía “sapin y culin” a cambio de notas, volvió a sus funciones sin ninguna sanción, ni moral ni judicial; el diputado Jáuregui, en cuyo audio pedía tres mujeres para disfrutar de una noche, si bien hubo escándalo, pero él está intocable en su curul e incluso ocupando presidencias de comisiones y convocando a los medios de prensa cuando le plazca, sin que nadie le pregunte sobre el estado de su caso.
O las mujeres de pollera que son usadas por los hombres de su partido para que se agarren a golpes o griten fuerte en el hemiciclo de la Asamblea Legislativa Plurinacional, dando un espectáculo vergonzoso y sin que esas mujeres se den cuenta que son simples fichas para la violencia. O la señorita Jessica, que la calificaron como la “barbie masista”, que salió diciendo que tuvo un noviazgo con el presidente Luis Arce a cambio de pegas, quien fuera un alfil de Evo Morales. Ya nos advertía de esta realidad, la que empezó la lucha por el feminismo en Bolivia, Adela Zamudio:
Él se abate y bebe o juega en un revés de la suerte; ella sufre, lucha y ruega; (Permitidme que me asombre). Ella se llama “ser débil”, y él se apellida “ser fuerte” porque es hombre.
En fin, tantos casos, pero tantos han ocurrido en Bolivia, en la que las mujeres han sido las protagonistas, las víctimas de la acción machista y patriarcal del sistema político, educativo, universitario, social e incluso familiar, sin que esto haya generado mayores acciones de interpelación y de movilización del colectivo femenino de este país, a excepción de la infatigable y polémica María Galindo, que de vez en cuando sorprende, asusta y genera toda clase de comentarios, a favor o en contra, pero que sí impulsa y molesta.
En la Bolivia plurinacional, Estado en el que los diferentes sectores tienen sus leyes que deben protegerlos y apoyarlos, es difícil ser mujer, ejercer a plenitud tus derechos, porque siempre vas a despertar celos del mismo entorno femenino como el de masculino. El machismo circula por las venas del boliviano, así como circula la sangre y quizás tarde aún siglos de erradicar los altos niveles de violencia de género y sexual que se producen día a día en cada región del país: 130 mujeres son golpeadas cada día; más de 14 hechos de violación a niñas y adolescentes por día. En fin, ser mujer y cometer un desliz te sometes a los peores golpes que la vida puede darte, así como nos hizo reflexionar Adela Zamudio:
Ella debe perdonar si su esposo le es infiel; mas, él se puede vengar; (permitidme que me asombre) en un caso semejante hasta puede matar él, porque es hombre. ¡Oh, mortal! ¡Oh mortal privilegiado, que de perfecto y cabal gozas seguro renombre! para ello ¿qué te ha bastado? Nacer hombre.
Cuando el 2024 se nos va, con seguridad saldrán las autoridades gubernamentales, municipales, departamentales, defensoriales y ONG, echándose loas que lucharon a favor de los derechos de las mujeres y que son buenos tipos, además será con fotos incluidas, arropadas por mujeres y niñas.
¡Vaya hipocresía! Mientras seguimos registrando feminicidios, violaciones, agresiones… la impunidad sigue paseándose por oficinas, avenidas, bares, ministerios...
Hernán Cabrera Maraz es periodista y filósofo.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.