
nte una crisis sin precedentes en el suministro de combustibles —causada por la falta de dólares, la dependencia extrema de importaciones y una política energética basada en la negación de la realidad— el Gobierno ha decidido tomar cartas en el asunto. ¿Cómo? Con un decálogo de medidas que no solo evaden el problema de fondo, sino que confirman que la escasez de gasolina y diésel será la nueva normalidad. Ni una sola medida aborda la generación de dólares ni la racionalización del gasto público. La gran pregunta sigue en el aire: ¿de dónde saldrán los dólares? Porque, por lo visto, mantener un aparato estatal devorador de divisas es prioridad absoluta.
El presidente Luis Arce, cada vez más desorientado en el laberinto de la macroeconomía, ha presentado las siguientes medidas:
1. Reducción del uso del parque automotor estatal en un 50%
En otras palabras, como no hay suficiente gasolina, mejor dejamos de mover los autos. No se trata de buscar soluciones estructurales, sino de aceptar la escasez como un hecho consumado. ¿Burócratas a pie? ¿50% de los carros policiales parados? En La Paz, ¿50% de los PumaKatari parados?
2. Incremento de la distribución de combustible del 50% al 80% en estaciones de servicio
Aquí hay un ligero problema de lógica: no se puede distribuir lo que no se tiene. Si el Gobierno no tiene suficientes dólares para importar combustible, ¿de dónde saldrá este aumento del 30%? A menos que estén planeando recurrir a la alquimia financiera, esta medida parece más un deseo optimista que una estrategia viable.
3. ANH implementará una aplicación para informar en qué estaciones hay combustible
Brillante. Mientras el país colapsa por la falta de combustibles, la solución es una aplicación estatal que, conociendo la eficiencia del sector público en tecnología, probablemente será obsoleta desde el lanzamiento. Además, la gente ya usa WhatsApp y redes sociales para saber dónde hay gasolina. Una inversión inútil en un problema que no necesita más burocracia, sino más barriles de crudo.
4. Estaciones específicas para el transporte público
Un clásico de la planificación centralizada: segmentar artificialmente el mercado como si eso generara más oferta. Esto solo generará dos colas separadas en lugar de una, con el mismo resultado final: descontento, conflictos y gasolina insuficiente.
5. Programación de provisión para el sector agropecuario
Fantástica idea… si tuviéramos suficiente combustible para repartir. La gran incógnita es ¿quién decide la programación? ¿Habrá un comité que determine qué agricultor merece más combustible que otro? ¿Se distribuirán turnos por sorteo? Más burocracia para gestionar la escasez, en lugar de solucionar su causa.
6. Garantizar combustible para servicios esenciales
Este eufemismo elegante es un reconocimiento implícito de que estamos en un régimen de racionamiento. Traducido: el Gobierno está estableciendo un esquema de distribución de guerra. Es el tipo de medida que se toma cuando todo ha fallado y solo queda administrar la crisis.
7. Horario continuo en el sector público y privado, con opción de teletrabajo
Lo vivimos en la pandemia, y el resultado fue menor productividad, reducción de ingresos y un impacto insignificante en el ahorro de combustibles. Si esta es la “solución”, es porque las alternativas reales (generación de dólares, inversión, eficiencia en la importación) han sido descartadas.
8. Clases virtuales según evaluación de los SEDUCA
Si la educación pública ya enfrenta problemas estructurales, esta medida solo añade más barreras. Con problemas de conectividad, docentes no capacitados en enseñanza virtual y plataformas precarias, la idea de trasladar la educación a la virtualidad es más un castigo que una solución.
9. Extensión del horario de Mi Teleférico en La Paz
Ciertamente, más horas de operación en un sistema que ya de por sí es eficiente en términos de movilidad urbana. Sin embargo, ¿esto genera divisas? No. ¿Sustituye el transporte motorizado en todo el país? Tampoco. Entonces, aunque útil en algunos casos, no resuelve nada en términos de la crisis estructural del combustible.
10. Reforzar el control en fronteras, estaciones y cisternas con militares
Aquí entramos al terreno del déjà vu. El “control de fronteras” ha sido anunciado incontables veces con el mismo resultado: contrabando incontrolable. Sin capacidad logística ni infraestructura adecuada, esta medida es otro “saludo a la bandera”.
Gonzalo Chávez Álvarez es economista y analista.
El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Datápolis.bo.